Rosa Tequida, periodista mexicana. En 2002 fue nombrada Periodista Latina del Año por la National Association of Hispanic Journalist.
La protección de los derechos jurídicos de los mexicanos ha estado huérfana de justicia y llena de impunidad y corrupción desde mucho antes de que yo naciera.
Nací y crecí en un México maravilloso, pero donde la cultura de la impunidad ya era el pan de cada día desde mi infancia. Han pasado 40 años y nada ha cambiado para bien, al contrario, veo con profunda tristeza que los problemas de abuso hacia los más pobres y marginados se han encrudecido a tal punto que hasta el derecho fundamental a la vida se les niega, sin que nadie pueda hacer nada.
Cómo es que México llegó a estos niveles de injusticia, impunidad y corrupción. Las mismas autoridades, fuerzas del orden y todo aquel que se siente con poder, sin ningun escrúpulo, se toma la libertad y el derecho de violentar, secuestrar y quitar la vida a quien le estorba en sus planes personales o políticos.
En México la impunidad ha venido aumentado y se ha heredado generosamente de un gobierno a otro. Ni siquiera con la transición que vivimos en el 2000 cuando, un proceso democrático puso fin a casi 80 años de gobierno del PRI, los dos presidentes del PAN, Vicente Fox y Felipe Calderón, pudieron en 12 años sentar las bases para un real acceso a la justicia para los mexicanos.
Cada presidente promete que hará de todo por poner fin a la violencia y a la impunidad, pero ningún proyecto ha tenido la fuerza para lograr un cambio sostenido.
La impunidad en México está tocando fondo. “El caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, es la gota que derramó el vaso”, me dijo por teléfono, un amigo cuando le pregunte ¿cómo ves las cosas en México?
Los hechos que hoy están azotando a México ponen en evidencia una grave crisis social; se trata del colapso de una sociedad que poco a poco se ha venido erosionando y que se está desestabilizando porque sus pilares están debilitados, han perdido la fortaleza para seguirlo sosteniendo.
El Poder Judicial es una de las columnas más importantes que sostienen a un país; significa la seguridad y la protección de los ciudadanos, de sus derechos individales y sociales como miembros de una comunidad civilizada.
En México hace mucho tiempo que el Sistema de Justicia se tambalea y ahora se está derrumbando.
Ninguna sociedad puede vivir permanentemente en una cultura de impunidad, porque impunidad significa ausencia de la justicia y donde no hay justicia hay desorden, abusos y crímenes. Hay dolor y resentimiento.
Un poder judicial se sostiene a su vez en la Costitución, y en un sistema de valores morales. En México este imprediscible conjunto de valores éticos al interior del Sistema de Justicia está muy lejos de los estándares que prevalecen en las sociedades avanzadas, donde los derechos humanos sí se respetan.
En México ya no es un secreto a voces que el crimen organizado y el narcotráfico han penetrado el sistema de justicia, es una verdad con mayúscula, con la que la sociedad civil mexicana se confronta en la vida cotidiana.
La impunidad, la corrupción y el autoritarismo son males enraizados en el Sistema de Justicia mexicano. Quienes lo han dirigido y administrado se han habituado a violar los derechos de los ciudadanos más vulnerables durante décadas, la impunidad y la corrupción son ya parte de un modus vivendus.
Lo mas lamentable es que para una gran parte de la sociedad mexicana que los padece, son también ya parte de su cotidianeidad porque dichos males se han encarnado en el diario vivir y ya no queda claro dónde empieza y termina la justicia. Ese es el mensaje que el propio gobierno he enviado por décadas. En México habemos generaciones que ya nacimos respirando la impunidad.
Lejana de mi tierra, desde el otro lado del Atlántico leo lo que está ocurriendo en México, pienso en tanta gente honesta, trabajadora que ha sido víctima de su propio gobierno; pienso en los profesores rurales que me educaron con entusiamo y entrega en mi infancia y veo a mi país malherido, lanzando un grito de profundo dolor desde lo más hondo de sus extrañas, y lo veo levantarse con el dolor a cuestas para revelarse; alzando la cabeza una vez más, a pesar de tantas heridas, dispuesto a seguir porque: No es el sufrimiento, sino la esperanza de cosas mejores lo que incita las rebeliones, dijo el célebre filosofo estadounidense Eric Hoffer.
En México las rebeliones que estamos viendo son la ocasión de una sociedad resentida, adolorida por el abuso y el abandono de sus gobiernos. Son millones de mexicanos que buscan justicia, pero que aún creen que en México se puede respirar otro futuro…