“Sin la dimensión del servicio, el poder se convierte en arrogancia y opresión. Si no hay justicia, misericordia y respeto a la vida, la autoridad se queda en mera codicia que destruye a los demás en su afán de poseer”, dijo la semana pasada Francisco, durante la Audiencia General”.
¿Por qué las palabras del pontífice están causando un efecto mas allá de la comunidad católica? ¿Por qué sus mensajes son bienvenidos entre laicos, abrazados en el mundo político internacional y seguidos por los amantes de la justicia y de la buena vida en el sentido generoso del concepto?
¿Cuál es el “método de Francisco” para llegar a la gente; ¿Qué tiene de particular su manera de comunicarse?
Los mensajes de Francisco, en cualquier contexto, tienen un valor que trasciende su sentido religioso.
¿Saber cómo decir las cosas es el secreto de Francisco? ¿Saber llamarlas por su nombre verdadero? Es muy probable que otro de los puntos a favor del Pontífice sea que está diciendo lo que hace mucho tiempo este mundo necesitaba oír: la voz de la esperanza.
La esperanza de un mundo donde se puede soñar un futuro que es alcanzable con el esfuerzo; una vida donde existe espacio para las reconciliaciones entre las personas, los credos y los países a pesar de sus profundas diferencias.
El papa propone un mundo donde hay lugar para los pobres, los olvidados; los que son diversos; los que vienen de tierras lejanas empujados por el hambre, la guerra y la violencia; los que hablan otras lenguas.
Francisco apuesta en su discurso a un mundo donde hay lugar especial para el perdón, y un nicho para acariciar la belleza de la palabra ternura, tan cercana como olvidada.
Al margen de su contenido religioso, los mensajes cotidianos del papa Francisco tienen un sentido global y profundamente humano.
Un hombre de política
El papa Francisco es esencialmente un hombre de política, uno que a través de su larga vida eclesiástica aprendió desde muy joven los secretos del quehacer político cotidiano: La Iglesia Católica ha sido siempre un submundo de política y poder, y en Argentina estuvo siempre involucrada con los conflictos de poder entre el Estado y el pueblo.
Es claro que Francisco ha ensayado por mucho tiempo a poner en práctica su manera de hacer política; su propia diplomacia, y a seguir su propio protocolo.
La capacidad política de Francisco rebasa en ocasiones su propio liderazgo religioso, y qué bueno, porque siendo honestos, ¿de qué sirve un liderazgo religioso sin una política clara del bien común?
Un líder debe practicar su propia política en cada uno de sus pasos; todos lo grandes líderes nos dejaron ejemplos de este talento.
Saber hacer política no es un “pecado” y menos en estos tiempos, es una virtud que remunera. En el caso de Francisco su capacidad de liderazgo político le está remunerando a la iglesia y al mundo una visión del hombre y la sociedad que elige los valores morales que ya todos conocíamos, pero de los que ya casi nadie hablaba.
En la audiencia del miércoles 24 de febrero, en la Catedral de San Pedro, Francisco habló de un episodio de la Biblia, el de la viña de Nabot donde el rey de Israel abusó de su poder para conseguirla.
El papa dijo que esta historia ocurrió hace más de dos mil años pero que es muy actual. Mencionó:
“… es una historia de hoy. De los poderosos que para tener más dinero explotan a los pobres, explotan a la gente. Es la historia de la trata de personas, del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja con lo mínimo para enriquecer a los poderosos. Es la historia de políticos poderosos que quieren más, más, más”.
Francisco aparece en el escenario internacional justo en un momento en que el mundo enfrenta grandes y complejas paradojas: Sangrientas y crueles guerras desatadas en nombre de un Dios y la fe; la epidemia del desempleo mundial a la par de super avances tecnológicos; la crisis de inmigrantes donde los gobiernos anteponen sus intereses económicos a las vidas de miles de personas. El hambre y la miseria siguen calando hondo en muchos países del mundo, mientras el número de ricos sigue creciendo.
Las metas ideológicas de los líderes del mundo se quedan en teorías que son rebasadas en la práctica por la vida real de los seres humanos como sociedad y como individuos.
Vivimos una era donde paradójicamente hemos alcanzado un alto nivel de legislaciones a los derechos humanos para violarlos a continuación.
Enfrentamos tiempos donde el dinero, el poder y la posición valen más que las vidas humanas y que la propia sobrevivencia del planeta.
Con motivo de uno de los tantos naufragios de inmigrantes en el Mar Mediterraneo así habló Francisco al mundo:
“…éstos muertos, son muertos cristianos, son nuestros muertos, no podemos olvidarlos y hacer como que no los conocemos..”
La política de la misericordia que practica Francisco en sus mensajes es una que denuncia los males de la humanidad en muchas lenguas; una política donde la palabra misericordia cobra significado mas allá de su sentido religioso como la capacidad de ver conscientemente en los defectos y la fragilidad del otro a nosotros mismos.
En su discurso Francisco está invitando al mundo a vivir la práctica de la misericordia como un acto humano de crecimiento personal, de liberación y de bienestar común.