Rosa Tequida, periodista mexicana. En 2002 fue nombrada Periodista Latina del Año por la National Association of Hispanic Journalist.
Segunda y última parte
La crisis humanitaria que está provocando el incesante ingreso a Estados Unidos de miles de niños cetroamericanos sin un acompañate adulto nos ha revelado la profunda crisis de humanidad que padecen los dirigentes de los países afectados que no están respondiando al problema con la dosis de solidaridad y la responsabilidad moral que demanda un problema de esta índole.
Cifras oficiales dicen que ya son más de 57 mil los menores que han entrado desde octubre del año pasado a la fecha, procedentes de Honduras, El Salvador y Guatemala.
También en Europa la situación de los menores que emigran de Africa sin un acompañante adulto está fuera de control, cientos de niños arriegan sus vidas en las aguas del Mediterraneo cada día con la eperanza de llegar a Europa. Save de Children dijo que desde de enero hasta la semana pasada, han entrado por Italia 18, 600 menores indocumentados de los cuales 9 mil 850 llegaron sin acompañante adulto, procedentes de Egipto, Eritrea, Siria, Bangladesh, Libia, Mali, Gambia, Liberia y de otros países del Africa subsahariana.
Si sumamos la cantidad de niños inmigrantes que están cruzando las fronteras de éstos y otros países del mundo, es indudable que se trata de un asunto de dimensiones globales. Porque si bien la diáspora de menores inmigrantes proviene de Africa y Centroámerica principalmente, también están inmigrando de Asia y de otras países subdesarrollados de otros puntos del planeta y se dirigen a los países vecinos o a los mas ricos, donde creen poder estar a salvo para buscarse la vida que les niegan sus lugares de origen.
La realidad es que apesar que muchos de estos niños se benefician de su derecho a ser refugiados, ni Estados Unidos ni la Unión Europea cuentan con una infraestructura adecuada para encarar con dignidad el problema, peor aún, no han mostrado ninguna intención de crearla. Washington ha invertido un millón de dólares en una campaña para persuadir a los menores y a sus familias a no venir a su país y ha invertido otro tanto para agilizar las deportaciones de los menores.
Europa por su parte le ha dejado casi toda la responsabilidad a Italia, que sofocada pide ayuda frente a un problema que atañe a los 28 países que integran la UE, diciendo que un gran número de los menores que entran por Sicilia, no se quedan en Italia se van a otros países del norte como Francia y Gran Bretaña, donde las economías ofrecen mejores posibildades.
Bajo este desalentador panorama el problema de los niños inmigrantes alrededor del mundo ha dejado de pertenecer a un solo país, a una región o a un continenente. Se ha conviertido en una responsabilidad de la comunidad internacional y de las organizaciones mundiales que luchan por los derechos de los niños, refugiados, e inmigrantes; les toca a ellos dar la cara y liderear un proyecto que brinde protección a estos menores y les otorque sus derechos fundamentales. Los niños deben ser protegidos, es responsabilidad de cualquier sociedad que presuma de ser civilazada.
No creo que exista una campaña publicitaria capaz de persuadir a nadie a permanecer aterrorizado por la violencia y menos a quien padece la desesperación del hambre. Es inútil deportar a los niños a sus países de origen, regresarán, una y otra vez, solos o acompañados, más temprano o más tarde regresarán siempre impulsados por el instinto natural de sobrevivencia que ha movido a los hombres y a los niños de todos los tiempos a vencer obstáculos impensables por salvar su vida, así tengan que enfrentar a la deshumanización, que es sin duda, el más terrible de todos los monstruos.