Jorge Daniel Camarena coordinó la publicación del Washington Post en México y ha sido coeditor de política. Se ha especializado en la agenda binacional entre México y Estados Unidos.
Al ocaso de este fin de semana, México despertó del letargo del asueto con una noticia que cayó como balde de agua fría: El foto periodista Rubén Espinosa fue asesinado; su cuerpo, y los de cuatro mujeres encontrados junto al suyo, presentaban huellas de tortura, incluido el tiro de gracia.
El multihomicidio ocurrió en el departamento 401 del número 1909 de la calle Luz Saviñón en la colonia Narvarte en el Distrito Federal. Un barrio, en su mayoría, de gente de clase media trabajadora y de gran actividad escolar, comercial y familiar.
Según versiones extraoficiales, algunas de las mujeres presentaban, además, rastros de abuso sexual. Una de las mujeres encontradas era la activista por los derechos humanos Nadia Vera.
De acuerdo con los informes de varios diarios mexicanos, Rubén Espinosa se autoexilió en el Distrito Federal luego de reportar agresiones y actos de intimidación en su contra en su ciudad de residencia, Xalapa, Veracruz. Se presumía a sí mismo como un reportero incómodo para la administración del priísta Javier Duarte de Ochoa, quien ha captado fama no sólo por gobernar uno de los estados con más asesinatos de comunicadores en México, sino por tener una postura represora hacia cualquier manifestación social.
Rubén había dicho que su vida peligraba en Veracruz. Le confesó a sus compañeros y amigos que se había percatado de que era seguido, fotografiado y acosado por individuos en Xalapa. Una vez en el DF, su percepción no cambió.
De acuerdo con la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, uno de los móviles investigados es el robo. Sin embargo, anunció, en voz de su titular, Rodolfo Ríos Garza, que se activaron los protocolos de homicidio, de feminicidio, y de protección a periodistas.
Las incógnitas en el caso de Rubén, Nadia y las otras tres mujeres son muchas. Las autoridades del Distrito Federal y, en caso de aplicar, las federales deben actuar de forma expedita, eficiente y veraz.
Los mexicanos comenzamos a percibir que las cosas en el país están lejos de mejorar, que la noche está llegando a su punto más oscuro y el alba está demasiado lejos. Lo peor es que estamos solos: sin autoridades que nos protejan, sin instituciones que hagan valer nuestros derechos, sin empatía y sin condolencia.
Encore
Hasta el pasado 20 de julio, según un sondeo publicado por The Washington Post, el tiburón empresarial Donald Trump se colocó como el preferido de los republicanos para contender por este partido a la presidencia de Estados Unidos el año que entra. La ventaja de Trump resultó impresionante; se colocó con casi el doble de puntos porcentuales (24) sobre su contendiente más cercano, el gobernador de Wisconsin Scott Walker (13).
Insólito, incomprensible y ridículo.
De acuerdo con un artículo titulado, “Por qué Donald Trump parece ser invencible (por ahora)”, publicado por la revista Slate el pasado 30 de julio, la simple posibilidad de que el magnate se convierta en candidato a la presidencia de Estados Unidos puede parecer una locura para muchos estadounidenses; sin embargo, para un cierto subconjunto de los votantes conservadores, él es el único candidato que está siendo coherente.
¿Será esta una señal de que en Estados Unidos el perfil de los políticos está en decadencia y que, a pesar de lo antagónico que resulte la figura de Trump, los votantes podrían llegar a preferir a un cínico que a un político?
Todavía queda mucho tiempo por delante y no será uno sino varios los republicanos que podrían despuntar como los verdaderos contendientes por el Grand Old Party a ocupar la Casa Blanca, por encima de Trump y su estrategia incendiaria y bufonesca.
Y, quizás, no tengan que esperar mucho.
Este fin de semana, la Associated Press dio cuenta de que a pesar de que el magnate había asegurado que donó 102 millones de dólares en dinero en efectivo y terrenos a organizaciones filantrópicas y conservacionistas en los últimos cinco años, su campaña falló en suministrar pruebas de ello. Incluso indicó que Trump no ha hecho contribuciones caritativas a su propia organización desde el 2008.