Jorge Daniel Camarena coordinó la publicación del Washington Post en México y ha sido coeditor de política. Se ha especializado en la agenda binacional entre México y Estados Unidos.
La decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos el viernes pasado de legalizar el matrimonio igualitario es, sin duda alguna, un evento de gran calado en la historia social estadounidense, tanto como el voto femenino y la 13ava enmienda lo fueron en su momento.
También es una mala noticia para el Partido Republicano.
El problema para los republicanos no es en sí el hecho al que se oponen fieramente –la unión entre dos personas del mismo sexo–, sino el poco tiempo que tienen para adaptarse a un entorno social que está cambiando en la dirección opuesta a la ideología conservadora rumbo a la elección presidencial del 2016.
Con el reloj corriendo en su contra, el Grand Old Party tiene que modernizar su postura y acercamiento a los temas polémicos ante un escenario electoral más diverso étnica y socialmente, incluso antes del inicio de las campañas por la nominación presidencial del partido –el primer caucus en Iowa arranca tan pronto como el 1 de febrero–. Y esta premisa no es una opción para los republicanos, ya que el poder del voto de las minorías quedó demostrado en la pasada elección presidencial del 2012.
De acuerdo con un análisis del think tank Brookins, publicado en mayo del 2013, el voto emitido por el electorado de las minorías raciales fue determinante para el resultado, debido a su tendencia demócrata; los números son fríos y claros.
Mientras que en la elección del 2004 los porcentajes de votantes efectivos mostraban que el sufragio blanco representaba 75.5%, el afroamericano 11.6%, y el hispano 8.1%, para el 2012 cambió a 71.1%, 12%,y 10.8% respectivamente.
Según cifras del Roper Center de la Universidad de Connecticut, el voto en el 2012 quedó repartido demográficamente de la siguiente manera: del voto blanco, 39% fue para el candidato demócrata, el presidente en funciones Barack Obama, y 59% para el candidato republicano Mitt Romney. Del voto afroamericano, 93% fue para Obama y 6% para Romney; y del hispano, 71% fue para el demócrata, mientras que el republicano se quedó con 27 por ciento.
Un estudio realizado por el Instituto Williams de la Universidad de California afirma que un estimado de 3.5% de los adultos estadounidenses se identifican como lesbiana, gay, bisexual o transgénero. Esto equivale a un aproximado de 9 millones de estadounidenses pertenecientes a la comunidad LGBT.
Esto, y al considerar que las personas de ideología liberal –léase electores LGBT– , quienes representan un estimado del 25% de los votantes efectivos, optaron en un 86% por el candidato demócrata, el 2016 muestra una perspectiva sumamente compleja para el Partido Republicano.
Como si el escenario demográfico no fuera suficiente desalentador para los republicanos, en el ideológico también cojean. El Papa Francisco publicó el pasado jueves 18 de junio una encíclica en la que se pronuncia en contra del cambio climático, otro tema que el GOP y su rama más conservadora han desestimado como falso. El senador por Texas, Ted Cruz incluso afirmó durante una entrevista al diario Texas Tribune que los alarmistas del cambio climático eran iguales a quienes creían que la Tierra era plana, comparándose a sí mismo con Galileo.
Y, mientras las declaraciones de Cruz retumban con ecos de infamia para el GOP, el Papa, quien según el Washington Post cuenta con un grado de aprobación de 86% entre los católicos estadounidenses y 64% entre los estadounidenses en general, describió al cambio climático como un fenómeno innegable.
En la elección presidencial del 2012 el voto católico –equivalente a un estimado del 25% del electorado– estuvo prácticamente divido entre ambos contendientes con 50% para Obama y 48% para Romney, según datos del Centro de Investigación Pew.
Es así que el Partido Republicano enfrenta decisiones difíciles para su futuro. La primera será elegir al candidato adecuado para competir en un escenario adverso.
En la elección presidencial del 2012 el voto católico estuvo divido 50% para Barack Obama y 48% para Mitt Romney. Foto: AP