El negro es obligatorio en el armario. Muchos lo ubican como el color de la elegancia por excelencia, pero para la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada, la popularidad del negro puede ser explicada de manera sencilla: es lo más fácil en el mundo de la moda.
“Cuando vas a una feria de tejidos solamente, casi solamente, te venden en negro. Con lo cual el negro no es que sea elegante es que es lo más fácil que hay, todo el mundo tiene negro. En cambio quieres un naranja, amarillo, fucsia y no los encuentras”, dijo Ruiz de la Prada en entrevista con The Associated Press.
Reconocida por el uso excesivo de tonos estridentes y formas excéntricas en todos sus diseños, la creativa explicó que ella limita lo más posible el uso de ese color.
“Tengo una esquinita de mi armario, que no me gusta para nada, de trajes negros para ir a los funerales”
Ruiz de la Prada habló desde la capital mexicana, donde supervisaba los toques finales del montaje de la exposición “Agatha Ruiz de la Prada” que reúne 55 de sus trajes más representativos creados a lo largo de más de 30 años. La exhibición se inaugurará el jueves y permanecerá hasta el 10 de mayo en el Centro Cultural de España en México.
Desde que debutó sobre las pasarelas españolas en 1981, Ruiz de la Prada ha destacado por sus elaborados desfiles y diseños llenos de color, texturas y motivos de flores, corazones, estrellas y lunas, que enaltecen complicados trajes e incluso forman vestidos de novia. La popularidad que ha adquirido al ceder los derechos de su marca, han llevado a que toda una gama de productos, desde artículos de papelería hasta chimeneas y puertas blindadas, sean “agathizados”.
La diseñadora, aseguró que la llegada de prendas de vestir a museos, es un reflejo de ese proceso de democratización.
“Más bonito que un desfile encuentro que es una vista a un museo. Primero, porque es mucho menos elitista, si haces un desfile sólo pueden ir los invitados. Lo bueno de una exposición es que permanece dos meses y la gente la puede visitar con calma”, expresó rodeada de algunos voluminosos trajes decorados con esferas metálicas. “Al ver una exposición de moda es más fácil y más divertido. Imagínate a una abuela con su nieta… Se crea un público que no es un público tan de museos”.
Tras recorrer Lima, Chile y Panamá, la muestra se aleja, como la propia creadora, de todo convencionalismo. Telas y texturas (que incluyen cables y aros) adquieren personalidad propia. En una reducida sala sobresalen trajes en tonos neón con forma de estrella, otro en forma de flor y en medio aparece el traje margarita, un vestido de novia que cuando se presentó originalmente fue realizado con flores reales para hacerlo tan efímero como el día de la boda e incluso emular la manera en que “se seca” el amor.
En otra sección está “Paraguas”, un vestido elaborado en tafeta cuya amplitud en la parte inferior y una nube a la altura del pecho simulan un día lluvioso (con gotas incluidas). También se puede apreciar “Jaula”, un vestido en poliéster con una maya que rodea el traje a la altura del pecho y que cuando desfiló por las pasarelas parisinas tenía pájaros vivos.
“No son los trajes más comerciales. Son los trajes que me parecen más interesantes”, apuntó la creadora nacida en Madrid en 1960.
Ruiz de la Prada es clara en algo: sus prendas no son para cualquiera, sobre todo en un mundo en el que, señaló, ni los propios diseñadores usan las prendas que crean.
“Hay dos maneras en que visten los diseñadores: Una, con unos jeans y una camiseta blanca, y otra vestidos de negro. Eso es a lo más que llegan. Luego está Karl Lagerfeld, que va con sus guantes y disfrazado de Karl Lagerfled”, apuntó. “Mucha gente no se atreve a ponerse estos trajes. Yo y gracias a Dios mi hija, ahora nos atrevemos perfectamente a ponérnoslos todos. Es divertidísimo ir vestida de menina, de gallo o de bolas de Navidad”