Madrid.- Una exposición con 62 imágenes de inspiración pictórica, procedentes de los archivos de la revista Vogue y realizadas por algunos de los fotógrafos más destacados de las últimas tres décadas, podrá verse desde mañana y hasta el próximo 12 de octubre en el Museo Thyssen-Bornemisza.
Las fotografías de esta muestra, comisariada por Debra Smith, se han seleccionado por tener las características que tradicionalmente se atribuyen a la pintura.
En algunas se utiliza el relieve escultórico y en otras la luz tiene una faceta pictórica, aunque hay ejemplos del Renacimiento y el Rococó, y quizás los mejores se encuentran entre los prerrafaelitas.
Muchas de las imágenes seleccionadas hacen pensar en cuadros y artistas concretos como Vermeer, Hopper y Millais, Balthus, Van Eyck, Boticelli y Zurbarán; Degas, Sargent, Dali, Hogarth, Rosetti y Magritte.
El director del Museo Thyssen de Madrid, Guillermo Solana, señaló que la riqueza de la exposición responde a la riqueza de los propios archivos de Vogue.
“Vogue es un gran tesoro, alberga un gran tesoro de la fotografía del siglo XX, y ya del siglo XXI”, dijo.
Expuso que el gran éxito de Vogue es haber permitido a los creadores, los más grandes creadores fotográficos de las vanguardias del siglo XX, una libertad mayor de la que se hubiera podido prever.
“El gran éxito de Vogue es no haber sometido a los creadores a una horma comercial, no haberles convertido en meros promotores el vestido, sino haberles dejado mostrar muchas cosas que no eran el vestido”, añadió.
En muchas de las fotografías que pueden verse aquí la moda aparentemente brilla por su ausencia, el vestido es un mero pretexto o incluso es una ausencia.
Creada especialmente para el Thyssen, con el apoyo del archivo de Condé Nast, la exposición “Vogue like a painting” parece responder a la típica actitud narcisista de los museos, siempre enamorados de su propia imagen reflejada.
Desde el punto de vista del espectador, la muestra sugiere un juego de deja vu porque le hace plantearse ¿dónde ha visto esto antes?
En todo caso, la moda es solo un pretexto. Como señala Lucy Davies en el catálogo, los fotógrafos que trabajaban para Vogue nunca se sometieron a la tiranía del vestido; querían experimentar con los cuerpos, la luz y las sombras, los encuadres y las texturas.
Vogue fue desde las primeras décadas del siglo veinte el escenario en el que las exigencias comerciales convivían con una inquietud de vanguardia.
Esa inquietud está bien acreditada en los fotógrafos incluidos en esta exposición, desde los clásicos Edward Steichen, Erwin Blumenfeld, Cecil Beaton, Horst P. Horst, Irving Penn o William Klein hasta contemporáneos como Peter Lindbergh, Paolo Ro- versi, Annie Leibovitz, Mario Testino y Tim Walker.