Washington.- Con ayuda de unas preguntas poco enérgicas, los aspirantes a la candidatura republicana a la presidencia de Estados Unidos ejecutaron sus estrategias sin mucha resistencia en el debate del martes en horario de máxima audiencia.
Pero la ausencia de momentos decisivos —buenos o malos— mantiene las posiciones en la rebelde campaña a las primarias republicanas, mientras se acaba el tiempo para hacer que los votantes cambien de opinión antes de las fiestas de fin de año.
Eso es bueno para los mejor posicionados, los recién llegados Trump y Carson, que han sorprendido a la clase política con una destacable capacidad de mantenerse al frente de los sondeos nacionales. También son buenas noticias para Rubio, que llegó al debate como un objetivo a batir y evitó deslices.
La situación no es tan buena para Bush, otrora favorito de la corriente tradicional del partido y que ahora lucha por mantener su carrera política.
El exgobernador de Florida logró salvarse para luchar otro día tras el programa del martes. Pero en ocasiones se vio superado por otro ejecutivo pragmático, el gobernador de Ohio John Kasich, que acaparó las oportunidades de Bush y dio a sus nerviosos partidarios otro motivo para cuestionar el intento de Bush de recuperar terreno centrándose en New Hampshire.
Los mejores momentos de Bush llegaron al principio de la noche, cuando mostró un lado más combativo con los moderadores, que lo ignoraron durante los primeros 15 minutos.
“Ya has hecho dos comentarios, John”, dijo Bush a Kasich, que desafía a Bush en New Hampshire. “Es mi turno”.
Pero Bush no destacó en un debate con sólo ocho candidatos en el escenario principal, dos menos que en el último debate. Fue el que respondió menos preguntas y tuvo menos tiempo en antena que cualquiera excepto Rand Paul, según un recuento de AP.
En sus limitadas intervenciones, Bush criticó de forma agresiva la gestión económica de los demócratas.
“Mi preocupación es que la economía real se haya visto dañada por la gran extralimitación del gobierno Obama”, dijo Bush. “Y Hillary Clinton quiere multiplicarla por dos”.
Pero si a Bush le fue bien el martes, a Rubio le fue mejor.
Bush y el resto de los candidatos ignoraron por completo las cuestiones planteadas esta semana sobre el uso que hizo Rubio de una tarjeta de crédito del partido republicano de Florida durante su periodo en la cámara del estado. La campaña de Rubio había publicado los informes de gastos de dos años apenas unos días antes.
Y ninguno de los candidatos o moderadores se dirigió a Rubio cuando la conversación tocó temas de inmigración, considerados como una debilidad clave del aspirante entre los conservadores que se oponen al plan de Rubio de dar a los migrantes que ya están en el país sin permiso de residencia una vía de obtener la ciudadanía.
En cambio, Rubio pudo presentar su visión de una defensa nacional fuerte y describir su conmovedora historia personal, temas habituales de su campaña y que pudo ofrecer sin interrupción en un programa televisado a nivel nacional.
Justo después del debate se supo que Rubio había fichado a un importante nuevo donante. El director de fondos de inversión de Nueva York Cliff Asness dijo a la campaña de Rubio que haría saber a otros donantes influyentes que respaldaba al senador de Florida.
La dinámica Rubio-Bush se mantuvo sin cambios, y otro tanto hizo la posición de Carson y Trump.
Carson, un neurocirujano retirado, llegó al debate con el objetivo de defender su historial de forma más agresiva. En los últimos días ha afrontado un intenso escrutinio sobre su historial personal, pero el martes se libró.
“La gente que me conoce sabe que soy una persona sincera”, dijo Carson al público, con un toque de humor al agradecer a los moderadores por “no preguntarme lo que dije en décimo grado”.
Pero Carson tuvo problemas en ocasiones para mostrar un dominio de temas de política, por ejemplo al decir erróneamente que había tropas chinas en Siria. Pero esos errores han importado poco a los votantes conservadores que culpan a los medios de las últimas polémicas sobre el aspirante. Su director de campaña, Barry Bennett, dijo durante el debate Carson recaudó 6 millones de dólares sólo este mes, más de lo que reunieron algunos precandidatos en todo el trimestre.
Trump, que quizá tenga su mejor activo en su personalidad directa, llegó tras varios meses al frente o casi liderando las encuestas. Hizo poco por cambiar eso, y en ocasiones pinchó a sus rivales y sedujo a los conservadores más estrictos, que apoyan su plan de deportar a millones de migrantes que están en el país sin permiso de residencia.
También redujo sus críticas a Bush y Rubio casi por completo. En la víspera del debate llamó a Rubio un “peso ligero” en Twitter y criticó su plan de inmigración. El magnate evitó ambos temas el martes por la noche y en su lugar respaldó el plan de Rubio de reforzar el ejército.
La falta de un punto de inflexión aumenta la incertidumbre ante las primarias republicanas para 2016. El próximo debate es el 15 de diciembre y los candidatos no tendrán otra oportunidad de llegar a los votantes en horario de máxima audiencia durante más de un mes.
Después, ante la rápida llegada de la temporada de fiestas y con las ondas cada vez más abarrotadas de avisos de campaña contradictorios, será aún más difícil conseguir la atención de los votantes.