Greenville, South Carolina.- Los aspirantes republicanos a la presidencia de Estados Unidos chocaron el sábado en materia de inmigración y política exterior, en un animado debate marcado por la muerte del juez del Supremo Antonin Scalia unas horas antes de que los precandidatos subieran al escenario.
La muerte de Scalia colocó el futuro del Supremo en el centro de una acalorada campaña electoral. En su debate del sábado por la noche, los aspirantes republicanos insistieron en que el presidente, Barack Obama, se haga a un lado y deje que sea su sucesor quien nombre al sustituto de Scalia, una idea que la Casa Blanca ha rechazado de plano.
De los aspirantes en el debate, sólo Jeb Bush dijo que Obama tiene “todo el derecho” a nominar a un juez durante su último año en el cargo. El exgobernador de Florida dijo que la presidencia debe ser una institución fuerte, aunque añadió que no espera que Obama escoja a un candidato que obtenga un apoyo consensuado.
Los otros cinco candidatos en el escenario instaron al Senado, de liderazgo republicano, a bloquear cualquier intento de tener un tercer juez del supremo nominado por Obama.
“Detenerlo depende de Mitch McConnell y todos los demás”, dijo Donald Trump. “Se le dice demorar, demorar, demorar”.
El debate, que comenzó con un minuto de silencio por Scalia, no tardó en convertirse en una pugna entre Trump y Bush, y después entre Trump y Cruz. Las disputas pusieron de relieve la mala relación entre el magnate multimillonario y sus rivales mientras la campaña llega a South Carolina, un estado conocido por su política agresiva y que celebra sus primarias republicanas en una semana.
Trump, que interrumpió con frecuencia a sus rivales, arremetió contra Cruz después de que el senador de Texas pusiera en duda su credibilidad como conservador, y acusó a Cruz de ser “el mayor de los mentirosos” y “un tipo ruin”. El magnate de los bienes raíces también acusó a Bush de mentir sobre el historial de negocios de Trump y afirmó que el hermano de Bush —el expresidente George W. Bush— mintió al público sobre la guerra de Irak.
Bush, que ha sido uno de los precandidatos republicanos que más ha atacado a Trump, dijo que si bien no le importa que el empresario lo critique —”es un deporte de sangre para él”_, está “más que cansado de que la tome con mi familia”.
Trump fue abucheado con júbilo por el público en Greenville, South Carolina, un estado donde la familia Bush es popular entre los republicanos. George W. Bush tiene previsto hacer campaña con su hermano en Charleston el lunes, en su primera intervención pública en la campaña de 2016.
El gobernador de Ohio John Kasich intentó poner sobre la mesa las altas apuestas de estos comicios, entre las encendidas discusiones de sus competidores.
“Creo que si no detenemos esto, nos preparamos para perder las elecciones ante Hillary Clinton”, dijo Kasich.
Las advertencias del gobernador no lograron disuadir mucho a sus combativos colegas.
Cruz y el senador Marco Rubio reanudaron sus discusiones sobre la inmigración. El senador por Texas acosó al senador por Florida de defender un proyecto de ley fallido que habría creado una vía a la ciudadanía para muchos migrantes que viven en Estados Unidos sin permiso de residencia. Cruz también acusó a Rubio de mostrar una cara más moderada cuando habla en medios en español, en un intento de ganarse a los hispanos.
“No sé cómo sabe lo que dije en Univisión, porque no habla español”, replicó Rubio.
Rubio llegó al debate bajo una enorme presión tras su decepcionante quinto puesto en las primarias de New Hampshire. Tuvo una torpe aparición en un debate previo a esa votación.
Rubio se mostró más ágil en el debate del sábado, que incluyó una sólida defensa de su propuesta de introducir una tasa fiscal corporativa del 25%, que no es una rebaja fiscal tan considerable como alegan muchos de sus rivales. Rubio afirmó que su idea dejaría suficientes ingresos en el presupuesto federal como para multiplicar por tres las exenciones fiscales para las familias trabajadoras con hijos.
Apenas seis participantes ocuparon el escenario, en una escena alejada de la larga fila de precandidatos en otros actos previos. Pero la carrera republicana sigue envuelta en incertidumbre y la cúpula del partido sigue confiando en que alguno de los candidatos de la corriente tradicional logre hacer frente a Trump y Cruz. Muchos líderes de la formación creen que ninguno de esos dos aspirantes podría ganar en noviembre.
La repentina muerte de Scalia —y la oportunidad de reemplazarle— podrían servir como un recordatorio a los votantes sobre las consecuencias de las elecciones.
Cruz describió la situación en un tono sombrío, diciendo que permitir a Obama nominar a otro juez del Supremo supondría que los republicanos perdieran el control de la Corte Suprema durante una generación.
“Una de las decisiones más importantes que deben tomar los hombres y mujeres de South Carolina es quién de los que están en este escenario tiene la experiencia, los principios, el carácter, el juicio y la fortaleza para nombrar y confirmar a constitucionalistas de principios para la Corte”, dijo Cruz.
El neurocirujano retirado Ben Carson lucha por mantenerse en carrera en South Carolina. En el debate se vio relegado a un segundo plano por sus rivales más agresivos, pero se mostró de acuerdo con la mayoría de los precandidatos al decir que los republicanos no deberían permitir que se nombre a un juez del Supremo durante el último año de Obama en el cargo.
Tanto Bush como Kasich han visto un hueco para mantenerse en liza en South Carolina tras el traspiés de Rubio.
Kasich se defendió de los ataques contra su historial conservador, en especial por su decisión de expandir Medicaid en Ohio pese a la resistencia de su legislatura, de liderazgo republicano. Kasich alegó que su decisión era un buen trato para el estado a largo plazo.
“Queremos que todo el mundo progrese y le exigiremos responsabilidad personal por la ayuda que reciben”, dijo Kasich, que vio su irregular campaña rejuvenecida con un segundo puesto en las primarias de New Hampshire.