Sin embargo, los investigadores están seguros de que no hubo un disparo de arma de fuego contra el tren antes del descarrilamiento del 12 de mayo, en el que murieron ocho personas y más de 200 resultaron heridas.

Agentes del FBI realizaron análisis forenses sobre una fractura en el lado izquierdo del cristal de la locomotora del Amtrak, una marca del tamaño de una uva. No encontraron pruebas de que un arma de fuego pudiera haber causado los daños, señaló la Junta Nacional de Seguridad de Transportes (NTSB, por sus siglas en inglés).

La noticia se conoció el lunes, cuando los trenes comenzaron a funcionar desde Nueva York por primera vez en casi una semana. También planteó nuevas preguntas sobre los sucesos que llevaron al descarrilamiento, incluyendo una conversación que una conductora asistente dijo haber oído entre el ingeniero que dirigía el Amtrak y un maquinista regional antes de que el convoy acelerase y se saliera de la vía en una curva.

La asistente dijo haber oído al maquinista de un tren regional decir que le habían “tirado una piedra o disparado” y que creía haber oído al ingeniero del Amtrak decir que su tren también había sido golpeado.

El ingeniero no recuerda la conversación, indicó la NTSB, y los investigadores escucharon la cinta de grabación y no oyeron comunicaciones del ingeniero con el centro de coordinación ferroviaria en las que hablara de que algo hubiera impactado con el tren.

La Autoridad de Transportes del Sureste de Pensilvania dijo desconocer qué causó el golpe en su tren esa noche.

Los investigadores se han centrado en la aceleración del Amtrak a su llegada a la curva, ya que alcanzó las 106 millas por hora al llegar a un tramo de 50 milla por hora y sólo frenó un poco antes del siniestro.

El ingeniero del Amtrak, Brandon Bostian, ha dicho a las autoridades que no recuerda de nada de los minutos previos al accidente. Es una de las personas que resultaron heridas.

Determinar la causa probable del siniestro podría llevar un año, indicó la NTSB.