Washington.- La determinación del presidente Barack Obama de actuar por su cuenta para cambiar el sistema de inmigración colocó el miércoles un obstáculo al compromiso postelectoral del mandatario y de los líderes republicanos de tratar de encontrar puntos en común bajo la nueva alineación política.
Obama ratificó desafiantemente su promesa de emitir decretos para reducir las deportaciones, otorgar permisos de trabajo y mejorar la seguridad fronteriza para fin de año pese a las resonantes victorias electorales de republicanos firmemente opuestos a sus planes. Pero el próximo líder de la mayoría en la cámara alta el próximo año, Mitch McConnell, republicano por Kentucky, dijo que tal decisión sería como “agitar una bandera roja frente a un toro”.
En un día en que las dos partes trataron de presentar la nueva situación política como una nueva era de potenciales acuerdos, el tema de la inmigración se destacó no sólo como un obstáculo al bipartidismo, sino también como una señal de que los comicios duramente disputados y las fuertes derrotas demócratas no han apaciguado los pleitos partidistas.
“No tengo duda alguna de que habrá algunos republicanos molestos o frustrados por cualquier medida ejecutiva que yo pueda tomar”, dijo Obama en una conferencia de prensa. “Esas son personas, tengo que decirlo, que también están profundamente opuestas a la reforma de inmigración, en cualquier forma, e impidieron que la Cámara de Representantes aprobara un proyecto de ley bipartidista”.
Obama presentó sus acciones ejecutivas como una forma de alentar a los republicanos a aprobar su propia reforma de las leyes de inmigración.
“La mejor forma, si tienen intenciones serias de implementar una reforma a la inmigración, es aprobar una ley y enviarla a mi despacho. Entonces las medidas ejecutivas que yo tomo desaparecen”, afirmó.
Los republicanos, liderados por McConnell, prometieron echar mano a sus nuevas mayorías para detener al mandatario.
“Espero que no haga eso, porque creo que envenena el pozo de las oportunidades para abordar un tema nacional de gran importancia”, dijo McConnell en Louisville, Kentucky, mientras celebraba su victoria personal al ser reelegido al Senado y el hecho de que los republicanos tomaron control de esa cámara.
Algunos en la derecha han dicho que las medidas ejecutivas en materia de inmigración pudieran ser incluso base para un juicio político a Obama. Varios representantes republicanos dijeron que el mandatario dificultaría mucho la cooperación partidista en otros temas si actúa por su cuenta en inmigración.
“Si el presidente hace eso, creo que está completamente sordo a lo que sucedió anoche”, dijo el representante Phil Roe, republicano por Tennessee.
Y media decena de senadores republicanos, incluido Ted Cruz de Texas, le escribieron el miércoles a Harry Reid, demócrata de Nevada y líder de la mayoría en el Senado, exhortándolo a aprobar rápidamente una legislación que le impida a Obama aplicar medidas ejecutivas. De otra forma, advirtieron los senadores, utilizarán “todos los medios de procedimiento que sean necesarios” para solucionar lo que llamaron una crisis constitucional generada por el mandatario.
Pero Obama no pareció estar dispuesto a esperar. El mandatario ya había hecho enfurecer hace unas semanas a hispanos y grupos de defensa de los derechos de los inmigrantes cuando demoró cualquier medida ejecutiva hasta después de las elecciones.
“Lo que no voy a hacer es sólo esperar”, dijo. “Creo que es justo decir que he mostrado mucha paciencia”.
Por su parte, los defensores de los inmigrantes dejaron en claro que su paciencia también llega a su fin.
“La elección ya pasó. (Obama debe) actuar con audacia para beneficiar a los millones que enfrentan la deportación y la separación de familias”, dijo Janet Murguía, directora del Consejo Nacional de La Raza, en una conferencia de prensa el miércoles. “La comunidad hispana ha esperado demasiado y espera que usted cumpla su promesa”.
Funcionarios de la Casa Blanca dicen que Obama, quien viajará a Asia y Australia la próxima semana, no tomará ninguna medida por su cuenta hasta finales de noviembre y pudiera esperar hasta diciembre.
Activistas que están en contacto con la Casa Blanca esperan que Obama amplíe un programa de dos años que difirió las deportaciones de más de 500.000 inmigrantes que fueron traídos sin permiso al país cuando eran menores de edad, y los convirtió en candidatos a obtener permisos de trabajo. Se prevé que también tome medidas para hacer que haya más visas de negocios disponibles.
Los partidarios de los inmigrantes dicen que las autoridades de la Casa Blanca debaten si requerirán cierto período de residencia en Estados Unidos —por ejemplo, 10 años— y si los criterios para no ser deportado incluirán a los padres de inmigrantes que recibieron postergación a sus deportaciones bajo el gobierno deObama, o sólo a la gente que tiene hijos que son ciudadanos estadounidenses porque nacieron aquí.
Ese tipo de decisiones podrían determinar la cantidad de personas afectadas por el eventual programa, que podrían ser hasta tres millones.
En una entrevista, el representante demócrata Luis Gutiérrez, de Illinois —uno de los principales partidarios de la reforma migratoria_, dijo que cualquier cifra inferior a entre cinco y ocho millones de personas sería insuficiente. Él y otros argumentan que las acciones de Obama enfurecerán a los republicanos sin importar cuántas personas sean beneficiadas por la medida.
“El hecho de que sea menos de lo deseado va a ser insatisfactorio para todo el mundo”, afirmó.