Washington.- Abreham Zemedagegehu fue a la cárcel sin saber por qué.
Poco después se enteró de que estaba acusado de robar un iPad, cuyo dueño lo encontró más tarde. Pasó seis semanas preso, incapaz de comunicarse con sus carceleros porque es sordo. Describió una experiencia aterradora en la que le efectuaron procedimientos médicos sin su consentimiento y con temores constantes por su seguridad.
Zemedagegehu demandó el mes pasado al jefe de policía del condado de Arlington ante la justicia federal aduciendo que no fue tratado según lo requiere la Ley para Estadounidenses Incapacitados.
“Me sentí enloquecer”, dijo Zemedagegehu por medio de un intérprete en la oficina de su abogado. “Pensé que (el estado de) Virginia me daría un intérprete y me dijeron que no. Allí es cuando me sentí perdido”.
Zemedagegehu, que es indigente, es un ciudadano estadounidense que nació en Etiopía. Se crió usando el lenguaje de signos etíopes. Aprendió el lenguaje de signos estadounidense, pero nunca aprendió más que un rudimentario inglés escrito.
La mayor Susie Doyel, una portavoz de la jefatura de policía que opera la prisión, se negó a hablar sobre la demanda, pero justificó la capacidad de la prisión para atender a los presos sordos y con otras discapacidades, y agregó que varios carceleros conocen el lenguaje de los signos. Pero admitió que la comunicación con un preso sordo es más problemática en casos en que este no puede comunicarse en inglés por escrito.
Los abogados del jefe policial pidieron a un juez que desestimara el caso, argumentando que, aun si las afirmaciones del demandante fueran ciertas, no demuestran discriminación intencional porque se intentaron varios medios de comunicarse con él, incluso notas escritas.
Y aun cuando la discriminación fuese intencional, los abogados adujeron que no violaría la ley federal porque existe una base racional para la discriminación: “Requiere recursos extra y crea consideraciones adicionales de seguridad traer un intérprete del lenguaje de signos”, escribieron.
La odisea de Zemedagegehu comenzó el 2 de febrero del 2014 cuando buscó un rincón para dormir en el aeropuerto nacional Reagan. Según su demanda, agentes de la autoridad aeroportuaria lo arrestaron por la denuncia de que había robado el iPad de un hombre.
Zemedagegehu dijo que pidió un intérprete del lenguaje de signos para explicar lo que había sucedido, pero que lo llevaron a una celda en Arlington. Agregó que durante el proceso alguien hablaba por una pantalla de video sin que entendiera lo que decía.
Después lo sometieron a un examen médico y dijo que le dieron formularios para firmar. Por no saber de qué se trataba se negó a firmar. Dijo que le inyectaron una aguja en un brazo sin saber por qué. Más tarde se enteró de que era un examen exploratorio de tuberculosis del que padeció efectos secundarios.
El 14 de marzo del 2014, Zemedagegehu se declaró culpable de un delito menor a cambio de la prisión cumplida. Dijo que lo hizo para quedar en libertad. Su defensor público solicitó que se levantara la condena y que el hombre que denunció el robo halló su iPad.
Un juez rechazó el pedido diciendo que la apelación se había presentado demasiado tarde.