Washington.- Eran unos 30, todos ciudadanos mexicanos desesperados por evitar las deportaciones que les separarían de sus familias. Vivían en Illinois, y pidieron ayuda a su nuevo senador, Barack Obama.
Les rechazó.
Ésa fue una de las primeras ocasiones en las que Obama podría haber empleado el poder de su cargo para ayudar a evitar la salida forzosa de inmigrantes que estaban en Estados Unidos de forma ilegal. Ocho años más tarde, con su poder aumentado como presidente, vuelve a enfrentarse a esa decisión, en esta ocasión con el estatus de millones de inmigrantes en juego.
Ese episodio de 2006 es apenas un capítulo al principio de la complicada historia de Obama con las políticas migratorias. Hijo de un inmigrante keniano, Obama ha recibido el aprecio y el desprecio de defensores de la inmigración, que le han visto como campeón o como obstáculo para su causa.
Ahora, quizá de forma paradójica, en su descontento por el retraso del presidente a la hora de tomar medidas ejecutivas que podrían dar permisos de trabajo a millones de inmigrantes que viven de forma ilegal en el país, estos grupos activistas también tienen la esperanza de que cuando Obama actúe, será agresivo y dejará un hito para la posteridad.
“Algunos de los sentimientos negativos podrían olvidarse al final si actúa con audacia”, comentó Janet Murguia, presidente del Consejo Nacional de La Raza, un destacado grupo defensor de los latinos.
Sin embargo, el historial de Obama con la inmigración refleja cautela y deliberación marcada por momentos de determinación, entre algunas promesas rotas. El presidente ha aplazado cualquier medida ejecutiva sobre el tema hasta después de las elecciones al Congreso en noviembre, y algunos demócratas temen que las esperanzas creadas sean mayores a lo que puede ofrecer.
“Si antes no eran estratosféricas, ahora lo son”, dijo Jim Manley, ex asesor del líder de la mayoría en el Senado Harry Reid, un demócrata de Nevada. “No estoy convencido de que cumplan las expectativas de la comunidad hispana”.
Fuentes de la Casa Blanca dicen que el retraso no afectará al calibre de lo que quiere hacer Obama, y rechazan la idea de que esté buscando construir su legado con la decisión.
“El objetivo va a ser hacer un paquete de reformas tan significativo como sea posible para el presidente a través de su autoridad ejecutiva”, indicó la directora de comunicaciones de la Casa Blanca, Jennifer Palmieri. “No creo que eso vaya a cambiar de forma manifiesta desde septiembre a cuando hagamos esto más adelante este año”.
El incidente en 2006 con los inmigrantes que querían evitar la deportación muestra el recelo previo de Obama a actuar de forma unilateral, y subraya la relación intermitente que ha tenido con los líderes de la comunidad latina.
Como recuerda Obama en su libro “The Audacity of Hope”, un grupo de activistas comunitarios de Chicago visitó su oficina pidiendo una legislación que legalizara el estado legal de un pequeño grupo de inmigrantes mexicanos. Obama no quiso ofrecer una dispensa especial a un grupo selecto, y envió a un asesor para rechazar la petición, lo que provocó una confrontación.
Ese año, Obama también molestó a los líderes latinos cuando votó a favor de erigir una doble cerca de 700 millas (1.126 kilómetros) a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. La medida se aprobó en el Senado por 80 votos frente a 19, pese a las objeciones de grupos latinos que lo consideraban una alternativa sólo policial a una amplia reforma migratoria.
Con el tiempo, Obama ha acumulado un variado historial en inmigración.
— Respaldó una legislación bipartisana en 2007 para reformar las leyes de inmigración. Aún está abierto a debate si su apoyo a un cambio en la legislación basado en el trabajo contribuyó a que no saliera adelante.
— Durante la campaña presidencial de 2008, Obama se puso de lado de los defensores de inmigrantes al apoyar la concesión de permisos de conducir a inmigrantes que vivían de forma ilegal en el país. Hillary Rodham Clinton se opuso a la medida.
— Obama se ganó a los votantes latinos con promesas de una reforma migratoria en el primer año de su presidencia. Una vez en el cargo, dio marcha atrás para gestionar la recesión y lanzar una reforma sanitaria.
— Durante su presidencia, las cifras de deportaciones comenzaron a subir. Los grupos de inmigración protestaron, y Obama alegó que no podía actuar de forma unilateral para reducirlas.
— En 2012, durante la campaña por su reelección, su administración anunció un plan para detener deportaciones de algunos inmigrantes que habían llegado al país de niños. Desde entonces, el programa ha detenido deportaciones y proporcionado permisos de trabajo a casi 600 mil inmigrantes.
— En 2013 respaldó una amplia legislación bipartisana aprobada en el Senado y dio esperanzas de que el Congreso, de mayoría republicana, hiciera lo mismo. Obama se convenció el pasado junio de que la cámara no aprobará el texto, y prometió actuar por su cuenta poco después del final del verano.
— Este mes, Obama decidió esperar hasta después de las elecciones, diciendo que temía que sus acciones se vieran socavadas por campañas políticas y dañaran las perspectivas de una futura legislación.
Para que los defensores de inmigrantes y latinos den la bienvenida a las acciones ejecutivas del presidente, dijo Murguia, la cantidad de personas a la que ayuda debe superar de lejos el número de deportaciones durante su administración, que ya superan los dos millones.
“Si lo hace (para) 3 millones o menos, entonces con los años podría decirse que deportó a tanta gente como protegió”, dijo Murguia.
Por su parte, miembros de la Casa Blanca advirtieron que sin un cambio en la ley, las acciones de Obama están limitadas.
“Lo que sea que hagamos será imperfecto”, dijo Palmieri, “y no será tan grande como necesitamos”.