Miami.- En una pugna por Florida y otros estados, Hillary Clinton y Bernie Sanders se enzarzaron en un intenso debate el miércoles sobre quién es el auténtico amigo de los hispanos estadounidenses, cruzando acusaciones sobre programas de trabajadores invitados “semejantes al esclavismo” y la aceptación de “vigilantes” contra inmigrantes.
Ambos tenían cosas aún peores que decir sobre el favorito republicano, Donald Trump.
En la confrontación seis días antes de las primarias en Florida, Clinton acusó a Sanders de votar varias veces contra una amplia propuesta migratoria de 2007, mientras que el senador la criticó a ella por oponerse a una iniciativa en 2007 para permitir que personas que viven en el país sin permiso de residencia obtuvieran licencias para conducir.
Si entonces se hubiera aprobado la reforma, afirmó Clinton, “muchos de los problemas que seguimos discutiendo hoy estarían en el espejo retrovisor”.
Sanders replicó que se había opuesto a la reforma porque contenía un programa de trabajadores invitados “semejante al esclavismo”.
El debate comenzó con una pregunta que pareció desconcertar a Clinton.
El periodista de Univision Jorge Ramos preguntó si se retiraría de la campaña en caso de que se presentaran cargos en su contra por la gestión de su correo electrónico cuando era secretaria de Estado.
“Oh, por Dios, eso no va a ocurrir”, aseguró Clinton. “Ni siquiera voy a responder esa pregunta”.
El FBI investiga la posibilidad del mal manejo de información secreta, que pasó por el servidor privado de email de Clinton.
Sanders, como lo ha hecho antes, declinó tocar el tema y se limitó a decir: “El proceso seguirá su curso”. Señaló que prefería hablar sobre la riqueza y la desigualdad de ingresos.
Ambos candidatos dijeron estar ganando impulso, después de que Sanders sorprendiera con una victoria en Michigan el martes.
Clinton insistió en que tiene una amplia ventaja en la carrera por los delegados. “Esto es un maratón y es un maratón que solo puede realizarse con el tipo de campaña que llevo”, indicó.
Sanders afirmó que su triunfo en Michigan es la prueba de que su mensaje ha tenido eco.
“Seguiremos con actuaciones extremadamente buenas”, aseguró y añadió que espera convencer a los superdelegados que respaldan a Clinton de que cambien su apoyo.
La inmigración acaparó buena parte del debate por un buen motivo: en Florida viven casi 1,8 millones de hispanos, incluidos aproximadamente el 15% de los demócratas del estado.
Los votantes hispanos han sido por ahora en torno al 10% de los asistentes a las primarias demócratas en lo que va de campaña y Clinton ha conseguido aproximadamente dos tercios de sus apoyos, frente al tercio que optó por Sanders. El senador por Vermont insistió en que hace progresos entre los hispanos jóvenes.
En un momento dado, Clinton acusó a Sanders de apoyar legislación que habría llevado a la detención indefinida de personas expuestas a la deportación y de apoyar al grupo de patrullas de voluntarios Minutemen. El senador describió esa idea como “ridícula” y “absurda”, y acusó a Clinton de tomar pequeños fragmentos de grandes paquetes legislativos para tergiversar su historial de votación.
“No, no apoyo a justicieros y esa es una afirmación espantosa y una afirmación injusta”, dijo.
Pese a todos sus desacuerdos, el tono general de los candidatos fue mucho menos tenso que en su debate del domingo. En un momento dado, Sanders incluso se rio de su propia pronunciación de “huge” (“enorme”), que sonaba como “yuge”.
Ambos encontraron un punto en común en señalar que el favorito republicano, Trump, es mucho peor en materia de inmigración que cualquiera de ellos.
También coincidieron en la necesidad de reducir la deuda de los estudiantes.
Con Missouri, Illinois y Ohio entre los estados en disputa el martes, los aspirantes retomaron un tema que ya habían discutido tres días antes, enfrentándose sobre un voto de Sanders en 2009 contra el rescate de la industria automotriz, entre otros aspectos. Sanders dijo que votó en contra porque la propuesta también rescataba a los grandes bancos que habían alimentado la recesión en un principio. Clinton insistió en que ella había tomado una decisión difícil para aliarse con las automotrices.
En total, el martes hay en juego 691 delegados, incluidos los 99 de Florida, que en el campo demócrata se reparten de forma proporcional a los votos.
Clinton ha ganado 762 delegados frente a los 549 de Sanders, con 10 delegados aún por asignar de las últimas primarias. Cuando se tienen en cuenta los superdelegados, Clinton tiene 1.223 frente a 574, más de la mitad de los 2.383 necesarios para obtener la candidatura demócrata.