Ypsilanti, Michigan.- Earl Johnston tenía 12 años cuando consiguió su primer empleo, una ruta para el reparto de periódicos que expandió rápidamente cuando “compró” otras rutas a otros niños menos emprendedores. Después de terminar la secundaria se inscribió en un programa de estudios para ser electricista. “Nunca tuve problemas para encontrar trabajo”, afirmó.
Al igual que mucha gente en la plenitud de su vida laboral, Johnston, de 56 años, siempre pensó que tendría suficiente dinero ahorrado para su jubilación y que, si no le alcanzaba, siempre podría trabajar un poco más. “Al menos hasta los 65 años”, pensaba.
Pero Johnston no podía prever que un defecto en la columna vertebral le impediría permanecer de pie para un turno de 12 horas. “Podría ganar mucho dinero ahora, pero nadie en el sector de manufactura va a emplear a un cincuentón que no puede sostenerse de pie”, se lamentó.
Su caso podría achacarse a la mala suerte, pero sirve de ejemplo sobre las expectativas cambiantes que la gente de mayor edad tiene para poder seguir trabajando después de la edad de retiro y, en algunos casos, abandonar completamente la idea de una jubilación.
Según la Encuesta de Confianza, del Instituto de Investigación sobre Beneficios de Empleo, el porcentaje de trabajadores de 25 años o más que planean trabajar después de los 65 años ha aumentado paulatinamente del 11% en 1991 al 36% en 2015.
Pero esas expectativas no siempre están al alcance de la mano.
El Estudio sobre Salud y Retiro, de la Universidad de Michigan, halló que el 37% de los encuestados no se retiró a la edad que preveía cuando tenía 58 años.
“La primera explicación, y quizás la más evidente, que esgrime la gente para retirarse anticipadamente es la salud”, afirmó el economista Geoff Sanzenbacher, del Boston College, coautor de un informe que investiga las causas de ese desfasaje entre las expectativas de retiro y la realidad.
“La gente no llega a comprender el impacto que tiene la salud sobre la capacidad para trabajar”, afirmó. “Uno puede tener 58 años y padecer algo de artritis, pero no se da cuenta la medida en que eso puede afectarle más adelante”.
El segundo motivo más común fueron los despidos o cierres de negocios, seguidos de factores familiares, como el retiro de un cónyuge, precisó.
La edad promedio de retiro ha ido aumentando desde hace años. La gente vive más tiempo, tiende a tener más educación y mayor acceso a empleos que no requieren demasiadas labores manuales. Las mujeres también llegan a mayor edad con más habilidades y más antecedentes laborales que sus madres y abuelas.
Aunque unos dos tercios de los trabajadores llegan a la edad en que planeaban retirarse, un informe del Proyecto Hamilton, en la Brookings Institution, sugiere que un porcentaje creciente llega al retiro con una situación financiera precaria.
También prevalece la impresión de que trabajar durante más tiempo es el mejor modo de zanjar la brecha entre las necesidades y los recursos para retirarse.