Washington.- Los atentados en París dominaron esta noche el segundo debate entre aspirantes presidenciales demócratas, quienes evidenciaron diferencias de forma pero no de sustancia sobre cómo atacar los problemas que enfrenta Estados Unidos.
El segundo encuentro entre la exprimera dama Hillary Clinton, el senador Bernie Sanders y el exgobernador de Maryland, Martin O’Malley, no tuvo un claro ganador tras dos horas de preguntas, respuestas y revires en la Universidad Drake de Des Moines, Iowa.
Aunque Clinton por momentos dominó el debate en política exterior, la exsecretaria de Estado pasó apuros para defenderse de los ataques sobre las donaciones que ha recibido de Wall Street cuando el debate abordó el tema de la reforma financiera.
Los tres rivales fueron interrogados sobre una amplia gama de temas que fueron desde seguridad nacional, migración, reforma financiera, salario mínimo, educación, reforma de salud y control de armas.
Sin embargo los atentados en Francia —que motivaron un momento de silencio antes del inicio— modificaron la dinámica del debate y dominaron los primeros 30 minutos, en los que los candidatos mostraron más afinidades que discrepancias.
Los tres reconocieron la amenaza que enfrenta Estados Unidos de grupos como el Estado Islámico (EI), pero evitaron la frase “islam radical” para describir la ideología religiosa de dicho grupo, por considerarla injusta para el islam.
Aunque con variantes semánticas, los tres coincidieron en que el combate de estos grupos debe ser tarea de la comunidad internacional, incluidas naciones musulmanas, y no sólo de Estados Unidos.
Sanders aseguró que el cambio climático esta relacionado con el surgimiento de terroristas debido a la lucha por recursos naturales como el agua.
“Debemos entender que ellos son una amenaza a la sociedad moderna y tenemos que estar unidos para destruirlos, pero se requiere que todo el mundo actué, incluyendo naciones musulmanes”, dijo.
Sobre migración, Clinton y O’Malley coincidieron en la necesidad de empujar el debate hacia la aprobación de una amplia reforma con una ruta hacia la regularización para los 11 millones de inmigrantes indocumentados en el país.
“Es cierto que debemos proteger nuestras fronteras, pero no existe un sustituto para una amplia reforma migratoria con una ruta hacia la nacionalización”, dijo el ex gobernador.