Washington.- La Casa Blanca desestimó que el Congreso estadunidense emprenda cambios en la legislación sobre tenencia de armas de fuego, a pesar de la masacre de 50 personas en Orlando, a la luz de su actitud ante pasados incidentes similares.
El vocero presidencial Josh Earnest dijo que aunque el presidente Barack Obama confía en que estos cambios son posibles, sólo se harán realidad si existe una presión efectiva de los electores sobre los legisladores que los representan.
“Mucha gente sospechaba que ver cómo 20 alumnos de primaria eran masacrados en sus salones sería suficiente para sacudir la conciencia nacional y la de los miembros del Congreso para que hicieran cambios en estas leyes, y no fue así”, dijo.
El vocero aludió a la matanza de 20 niños y niñas ocurrida en diciembre de 2012 en la escuela primaria Sandy Hook de Newton, Connecticut, a manos de Adam Lanza, un sujeto de 20 años de edad que iba armado con un rifle de asalto.
El ataque de Lanza, quien asesinó 27 personas, incluyendo su madre, antes de suicidarse, es la tercera peor masacre después de la matanza de Orlando, y la del Tecnológico de Virginia en Blacksburg, de abril de 2007, donde murieron 32 personas, incluyendo el pistolero.
“No sé si esta profunda tragedia (en Orlando) tendrá mayor impacto en la mente de los congresistas, pero el presidente sigue creyendo que la única manera de ver el cambio que queremos en las leyes será cuando los estadunidense dejen en claro a sus representantes que ésta es una prioridad”, dijo.
Earnest dijo que la oposición a los cambios en las leyes que regulan la tenencia y el acceso a armas de fuego no proviene sólo de los republicanos, sino también de algunos demócratas, y que el presidente no lo pasará por alto.
“El presidente ha dejado en claro su postura en este tema, y no va a apoyar o recaudar fondos de campaña para ninguna candidato, incluyendo demócratas, que no den un apoyo claro a una legislación de sentido común”, precisó.
Reconoció que Obama “está intensamente frustrado” ante la imposibilidad de detener la epidemia de violencia armada que cada año cobra la vida de 30 mil personas en Estados Unidos, pero mantendrá su impulso a favor de leyes y acciones en esta dirección mientras esté en la presidencia.