Washington.- Alrededor de diez mil mujeres embarazadas serán monitoreadas en Estados Unidos durante todo el período de gestación para descubrir los efectos que produce el virus del Zika en los bebés.
Los científicos quieren detectar desde el período de gestación, cuando existe el contacto más peligroso, los síntomas que anuncian la infección, y sobretodo las formas en que el zika pueden dañar gravemente el desarrollo neurológico de los fetos.
El estudio, dirigido por investigadores del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), se inició en Puerto Rico y se extenderá a Brasil, Colombia y en los otros países donde las transmisión del virus es activa.
Para ello, en total fueron reclutadas de forma voluntaria alrededor de 10 mil mujeres embarazadas a partir de los 15 años, quienes ya se vieron fuertemente afectadas por el contagio en países de América Latina y el Caribe.
De acuerdo con el NIH, “el estudio pretende detectar en qué etapa del embarazo, el virus es más agresivo”, así como determinar el alcance de los riesgos para la salud que presenta el zika para las mujeres embarazadas, el feto y sus hijos.
Las mujeres serán sometidos a chequeos mensuales durante el embarazo, y seis semanas después del parto. Se analizará incluso la leche materna de las afectadas.
Los bebés que nacerán en esos casos tendrán un seguimiento médico de al menos un año.
El virus del Zika se propaga principalmente a través de las picaduras de mosquitos infectados pero puede transmitirse sexualmente y también desde la madre al niño en gestación.
El virus está ligado a una escalada de casos de microcefalia, un raro defecto de nacimiento, que se manifiesta con un cráneo y un cerebro anormalmente pequeño y con posibles daños neurológicos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el virus del Zika puede estar asociado a un nuevo síndrome congénito.
Además de casos de microcefalia en bebés nacidos de madres infectadas, la OMS advirtió que el virus, que transmite el mosquito del género Aedes, puede estar vinculado a otros problemas graves como daños cerebrales, convulsiones, irritabilidad, rigidez muscular (espasticidad) y dificultades de visión y en el sistema digestivo.
Problemas que, según un grupo de expertos de la organización, “podrían afectar a varios miles de bebés”.