Nashua, New Hampshire.- El favorito en las primarias republicanas, Donald Trump, espera conseguir su primera victoria en las inminentes primarias de New Hampshire, mientras que otros aspirantes republicanos como Jeb Bush afirmaron que sus campañas seguirán adelante pase lo que pase el martes.
La demócrata Hillary Clinton, que afronta en el estado una campaña difícil contra Bernie Sanders, viajó a Michigan.
Después de que la intensa carrera a la Casa Blanca pareciera bajar el ritmo el domingo, es fácil olvidar que estas primarias podrían ser un punto de inflexión para varias campañas rezagadas.
Trump dijo que no necesita ganar en New Hampshire, pero le gustaría. El aspirante republicano Marco Rubio sigue restando importancia a su poco elocuente aparición en el debate republicano del sábado, al tiempo que señala a la tendencia al alza de su campaña tras terminar tercero en las asambleas partidarias de Iowa.
Trump, que afronta una creciente presión para ofrecer resultados tras terminar segundo en los caucus de Iowa, optó el domingo por uno de sus actos de campaña característicos en Plymouth. En su visita posterior a un restaurante, el magnate de los bienes raíces pasó menos de cinco minutos interactuando con posibles votantes antes de sentarse a comer con su equipo.
En el lado demócrata, el favorito de New Hampshire, Bernie Sanders, y Clinton —que ganó por poco en Iowa— evitaban hacer predicciones de cara al martes y miraban más allá, a South Carolina y Nevada, los dos siguientes estados en pronunciarse en las primarias.
En su mitin, Trump transmitió una dispersa versión de su discurso habitual de campaña y animó a los votantes a acudir a las urnas.
“Si no van a votar por mí, no voten”, afirmó.
El multimillonario empezó su día con un intento de hacer cosas “al modo de New Hampshire” con interacciones más cercanas con los votantes acercándose a Chez Vachon, un restaurante de Manchester con ventanilla a la calle especializado en comida francocanadiense, un punto de parada popular entre los políticos en campaña.
Pero mientras algunos candidatos se esfuerzan por conectar con los votantes respondiendo a preguntas y después se sientan en su mesa, Trump pasó menos de cinco minutos en torno al restaurante, saludando a los clientes y estrechando manos antes de sentarse para desayunar.
En otro restaurante de Tilton, periodistas invitados a la visita fueron recibidos por uno de los hijos de Trump, Donald Jr. “Dividimos para vencer”, dijo el joven Trump sobre la ausencia de su padre.
Para los gobernadores republicanos Chris Christie, John Kasich y Bush, la tarea es asegurarse de que su último alegato en el estado no es el último que hacen.
Christie, gobernador de New Jersey, intentó sacar partido de sus ataques en el debate contra Rubio, un senador en su primer mandato al que acusó de no estar preparado para la presidencia. Pero también puso la mira en los otros gobernadores en liza, ya que luchan por muchos de los mismos votantes en su esfuerzo de seguir siendo relevantes después del martes.
Por ahora, los gobernadores han tenido problemas para frenar el auge de Rubio como alternativa a Trump y Ted Cruz. Cruz, senador por Texas, ganó en Iowa y ya tiene la vista puesta más allá de New Hampshire, en una serie de primarias sureñas con un electorado más conservador.
Rubio, asediado por Christie durante el debate del sábado, repitió varias veces su crítica estándar contra el presidente, Barack Obama, y cayó en el juego de Christie, que le acusaba de ser un político sin experiencia y que sigue un guion, procedente de un Congreso inútil.
Rubio retomó su mensaje el domingo. “La gente decía: ‘Oh, usted dijo lo mismo tres o cuatro veces’. Voy a decirlo de nuevo”, dijo Rubio en Londonberry, New Hampshire.
En cuando a los demócratas, Sanders reunió a otra gran multitud el domingo en Portsmouth, New Hampshire, donde reiteró sus críticas contra una “economía amañada” y un “sistema corrupto de financiación de campaña”.
Hillary Clinton se tomó un respiro de la campaña en New Hampshire e hizo una visita a Flint, Michigan, que sigue sufriendo los efectos de la contaminación con plomo en su agua del grifo.
En un centro religioso, Clinton señaló que durante dos años los vecinos de Flint bebieron agua contaminada pese a que las autoridades dijeron que era segura. La aspirante demócrata pidió al Congreso que apruebe una partida de 200 millones de dólares para arreglar el servicio de suministro de agua de la ciudad y prometió “luchar por ustedes en Flint, sin importar el tiempo que lleve”.