Washington.- Poco a poco, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, trata de construir la base del legado que quiere dejar, tomando decisiones que perdurarán más allá de su presidencia.
En rápida sucesión, Obama decidió situar su biblioteca presidencial en su ciudad natal, Chicago, y el lunes presentará una fundación para continuar el trabajo de un programa que creó para ampliar las oportunidades educativas y de otra clase para niños y jóvenes de color.
“Dejaré de ser presidente en un par de años, y aún seré un hombre bastante joven; no comparado con ustedes, pero aun así bastante joven”, dijo hace poco Obama a un grupo estudiantes de escuela intermedia. “De modo que volveré a hacer la clase de cosas que hacía antes, intentando encontrar modos de ayudar a la gente, ayudar a que la gente joven reciba una educación, y ayudar a la gente a conseguir empleos, e intentar llevar empresas a los barrios que no tienen suficientes empresas. Ésa es la clase de trabajo que de verdad me encantaría hacer”.
El pasado otoño, Obama se mostró más centrado que nunca en logros que construyeran un legado, después de las significativas derrotas demócratas pusieran a los republicanos al mando de las dos cámaras del Congreso por primera vez desde 2009.
Poco después de las elecciones de media legislatura, Obama anunció unos polémicos planes para proteger a millones de personas que vivían de forma ilegal en el país de la amenaza de la deportación, aunque sus medidas han chocado con una demanda en un tribunal federal.
También anunció un acercamiento histórico con Cuba, aislada durante décadas por Estados Unidos, y lideró a otras potencias mundiales para buscar un acuerdo y que Irán no desarrolle armas nucleares.
Obama también contaría con la ley de atención sanitaria de 2010 para su legado, siempre que se mantenga cuando el Tribunal Supremo falle a finales de junio en otra demanda contra una de sus piezas clave. La ley ha sobrevivido a varios intentos de los congresistas republicanos de derogar todo o parte del texto. El legado de Obama también se verá marcado por fracasos y traspiés en política nacional e internacional y por las agrias divisiones partisanas que prometió cerrar pero no ha podido reducir.