Atenas.- Grecia y su membresía en la zona euro enfrentan un futuro incierto el lunes, con el país presionado para lograr un acuerdo con los acreedores tan pronto como sea posible después de que los griegos rechazaran tajantemente la noción de más austeridad a cambio de ayuda.
Con los bancos quedándose sin dinero y enfrentando el peligro del colapso en días si no reciben nueva ayuda, el gobierno en Atenas está contrarreloj.
En un esfuerzo por facilitar las negociaciones, el ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, quien había chocado con los representantes europeos en las negociaciones, renunció el lunes. El gobierno nombró como sucesor a Euclid Tsakalotos, un economista de 55 años que era el principal negociador de Atenas en las discusiones que se frenaron el mes pasado, antes de que Tsipras convocara al referendo.
Grecia y sus acreedores se reunirán nuevamente el martes para buscar formas de mantener al país en la zona euro, aunque se mantienen distanciados en temas clave, particularmente en el punto del alivio de la deuda.
Por su parte, Christine Lagarde, directora gerente del FMI, dijo que el organismo “está listo para asistir a Grecia en caso de que se lo pida”. Se trata de la primera reacción del Fondo Monetario Internacional tras el referendo. “Estamos monitoreando la situación de cerca”, dijo Lagarde sin dar más detalles.
Las negociaciones se complicaron luego del triunfo del primer ministro Alexis Tsipras en el referendo del domingo. Más de 61% de los griegos dijeron “no” a los recortes presupuestales que los acreedores proponen a cambio de la ayuda financiera que el país necesita, aunque esas propuestas ya no estaban en la mesa.
Tsipras habló por teléfono el lunes con la canciller alemana Angela Merkel y le informó que el martes presentará las propuestas de Grecia para reanudar las negociaciones en una reunión con los acreedores en Bruselas, informó un representante del gobierno en Atenas que no dio su nombre porque no se ha hecho el anuncio oficial.
Muchos partidos de oposición y autoridades europeas vieron esa consulta como un referendo sobre siGrecia debe seguir usando la moneda comunitaria. Posteriormente, muchos funcionarios bajaron el tono y dijeron que las negociaciones debían reanudarse, aunque las posibilidades de Grecia de permanecer en la eurozona se ven cada vez más tambaleantes.
Mientras tanto, los griegos se despertaron el lunes ante la dura realidad de la creciente crisis del país, con los bancos cerrados y cajeros automáticos escasos de efectivo. Por sexto día, el gobierno está limitando el retiro de los ahorros.
Ahora todas las miradas están sobre el Banco Central Europeo para ver si proporciona más liquidez a los bancos griegos para compensar la fuga de dinero. Los analistas creen que el BCE no dará más ayuda el lunes, lo que significa que los griegos tendrán que limitarse a retirar o transferir los 60 euros (67 dólares) establecidos por día.
Si el BCE no aumenta la ayuda a los bancos, será imposible para Tsipras cumplir con su promesa de restaurar rápidamente el sistema bancario nacional.
El gobierno ha prometido reanudar rápidamente las negociaciones con los acreedores con socios de la eurozona y de las instituciones que supervisan el rescate de Grecia: el BCE, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
El referendo “permanecerá en la historia como un momento único en el que una pequeña nación europea se alzó contra la atadura de la deuda”, dijo Varoufakis al anunciar su salida. Por el momento no se ha nombrado a su sucesor.
Con su estilo directo y sus frecuentes apariciones en los medios al comienzo de su mandato en enero, cuando se formó el nuevo gobierno, Varoufakis enojó visiblemente a algunos de sus homólogos durante las negociaciones sobre la deuda griega.
Tsipras fue elegido en las urnas con la promesa de revocar la austeridad exigida a cambio de un rescate de otros países de la eurozona y el FMI, y las negociaciones se derrumbaron tras cinco meses de conversaciones infructuosas.
Con su arriesgada apuesta de convocar un referendo sobre las propuestas de los acreedores con apenas una semana de aviso, Tsipras trataba de demostrar a sus prestamistas que los griegos, con una economía destrozada y que se enfrentan a una pobreza y un desempleo disparados, han tenido suficiente y la austeridad recetada no está funcionando.
Pero todo dependerá de cómo reaccionen sus socios europeos. Los miembros de la eurozona convocaron una cumbre improvisada para el martes por la tarde en la que abordarán la situación.
Asediada por una larga recesión, el alto desempleo y unos bancos peligrosamente faltos de capital,Grecia no pagó la semana pasada un adeudo al FMI, el primer país desarrollado que lo hace.
Ahora, algunos analistas se preguntan si Grecia está tan falta de efectivo que podría verse obligada a empezar a emitir su propia moneda y convertirse en el primer país que abandona la eurozona, establecida en 1999.
La canciller alemana Angela Merkel conversó el domingo con el presidente de Francia François Hollande, y ambos se mostraron de acuerdo en que “el voto del pueblo griego debe respetarse”. Jeroen Dissembloem, presidente del Eurogrupo, declaró que el resultado de la votación era “muy lamentable para el futuro de Grecia”.