Guayaquil.- El Papa se dio un “baño de multitudes” a su llegada hoy a Guayaquil, donde pasará apenas unas horas y celebrará una misa ante ciento de miles de personas, como parte de su viaje apostólico a Ecuador.
Poco antes de las 09:00 horas locales, Francisco partió del aeropuerto internacional Mariscal Sucre con destino a la capital industrial del país, donde aterrizó después de un vuelo de 50 minutos.
Tras una rápida bienvenida el líder católico abordó un vehículo utilitario y acompañado de una nutrida comitiva se trasladó por las calles de la ciudad, en las cuales se habían congregado miles de personas con la esperanza de verlo pasar.
Luego se trasladó hasta el Santuario Nacional de la Divina Misericordia, a 33 kilómetros a las afueras de la urbe, donde fue recibido con una enorme fiesta popular. Al ingreso estuvo acompañado por el arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui Yarza.
En medio de cánticos y gritos emocionados de los fieles, el Papa hizo su ingreso saludando y sonriendo. Depositó un ramo de rosas blancas en el altar ante el cuadro del Jesús de la Divina Misericordia.
“Buenos días, les invito a que recemos todos juntos a la Virgen. Ahora voy a celebrar misa, y los llevo a todos ustedes en el corazón, voy a pedir por cada uno de ustedes, le voy a decir al señor: vos conoces el nombre de cada uno”, dijo.
“Le voy a pedir para cada uno de ustedes mucha misericordia, que los cubra de misericordia y que la virgen los cubra con su manto”, añadió.
Entonces aclaró que su visita era “de pasada” y aclaró que el arzobispo le dijo que los corría el tiempo, porque debía dirigirse al Parque de Samanes donde lo esperaban miles de personas.
“Ahora les voy a dar la bendición”, anticipó y entonces bromeó: “¡No, no les voy a cobrar nada!”. Y siguió “pero les pido por favor que recen por mí ¿me lo prometen?”. Todos respondieron gritando que sí.
Antes de dejar el santuario, el Papa saludó a algunos enfermos emocionados y en medio de la multitud se abrió paso para salir del templo.