La lentitud del béisbol, uno de los encantos del que supo ser el gran pasatiempo de los estadounidenses, parece haberse transformado en un problema. Personalmente, me pregunto si realmente es un problema.
Después de todo, ¿de qué estamos hablando? ¿De quitarle 10 minutos a un partido que dura tres horas? Si fuesen 30 minutos, lo entendería. Pero, ¿diez? ¡Seamos serios!
¿Por qué no hablamos de cosas importantes, como empezar más temprano los partidos de postemporada, para que los puedan ver los jóvenes… y los viejos como yo?
No hay nada mejor que un pitcher que trabaja rápido o un bateador que no necesita salirse de la caja después de cada lanzamiento. Pero no todos los jugadores son así. En golf, muchos de los grandes jugadores se tomaban su tiempo. Greg Norman y Jack Nicklaus, por ejemplo. Y se demoraban más todavía en los momentos clave.
El golf tiene normas sobre el tiempo que se puede tomar un jugador. Si un grupo se excede, se les advierte a los jugadores que se les puede añadir un golpe por demorarse demasiado.
El béisbol es muy distinto. No puedes agregar una bola a la cuenta de un bateador o eliminar un strike. Lo único que puede hacer el umpire es decirle que se está pasando de la raya.
Trabajo como analista de los partidos de los Filis los fines de semana y no puedo contarles la cantidad de veces que hemos criticado las reglas de la repetición de jugadas. Era cómico ver a los mánagers tratando de hacer tiempo con los umpires, esperando por una señal acerca de si debían cuestionar una decisión no. Eso sí era una pérdida de tiempo.
También acabó con algo que los aficionados a menudo disfrutaban, las discusiones entre el mánager y el umpire. La lenta caminata del mánager hacia el montículo ha sido eliminada, reemplazada por un trámite más rápido y el uso de la tecnología moderna. Una buena batahola de diez minutos tal vez no era tan mala después de todo.
El otro cambio no va a acortar demasiado el partido, pero puede molestar a patrocinadores y aficionados, que tendrán que apurarse para comprar refrescos sin perderse un lanzamiento.
El primer lanzamiento de una entrada habrá que hacerlo inmediatamente después de que se termina al corte publicitario de la televisión. Habrá un reloj a la vista de todos que inicia una cuenta regresiva después del último out de cada inning.
Lo más inquietante es cómo se va a vigilar el cumplimiento de las nuevas normas. No tanto los cortes comerciales ni las repeticiones de jugadas, sino lo que sucede alrededor de la caja de bateo.
En el béisbol nunca se han observado las reglas al pie de la letra. Tiene una zona de strike que no se cumple. Y hay límites al tiempo que se puede tomar un pítcher o un bateador que tampoco se cumplen.
Muchos de los astros de hoy tienen una rutina en el plato que incluye un swing de práctica entre lanzamientos. ¿Cuál es la idea, amonestarlos primero, hacerles una advertencia más serie después y finalmente multarlos? ¿Después de eso, qué, una suspensión? Estamos jugando con fuego para qué… ¿para ganar diez minutos?
La verdad, en el béisbol no hay lugar para un reloj. La sola idea me pone la piel de gallina. Jamás me olvidaré del coach que tuve en la universidad, quien decía: `En el béisbol no puedes esperar que termine el partido, tienes que sacar 27 outs para que se acabe”.
Parte de la belleza de nuestro juego es que avanza a paso lento y de repente vienen momentos de acción. Uno, dos, tres strikes y quedas out. O le das con el madero y… jonrón.
El béisbol tiene un ritmo, un ritmo lento, que es una de las pocas cosas lentas que queda en el deporte. ¿Necesitamos realmente acortarlo diez o 15 minutos?
En caso afirmativo, estamos en la senda indicada. Aceleren las repeticiones de jugadas y empiecen a jugar apenas termina el corte publicitario. Pero más allá de eso, cuidado, puede no ser tan sencillo.
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Mike Schmidt es un pelotero del Salón de la Fama que fue elegido tres veces el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional. Pegó 548 jonrones y fue artífice de la primera Serie Mundial de los Filis en 1980.