México, DF.- Una veta oscura que cruzaba el rostro del personaje hizo que Miguel Ángel Buonarroti, escultor perfeccionista, dejara inconclusa la imponente escultura del Cristo Portacroce.
Una pieza que, de acuerdo con el curador Francesco Buranelli, ex director de los Museos Vaticanos, por sí misma vale la exposición “Miguel Ángel Buonarroti. Un artista entre dos mundos”, que abrirá el 26 de junio en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
Es la mayor muestra dedicada hasta ahora en América Latina, con 29 obras de Buonarroti y más 45 piezas de artistas cercanos a él, como Vasari y Rafael.
Al recorrer la Sala Nacional, casi en penumbras para proteger las obras de uno de los maestros del Renacimiento, Buranelli se emociona: “Esto es el furor de MiguelÁngel”. Un artista capaz de hacer hablar al alma y aquí está, un estudio a lápiz de 1533 de lo que sería su monumental Juicio Final, el mural de 200 metros al fresco de la Capilla Sixtina.
Pero también una réplica de su célebre La Piedad del Vaticano, la única pieza que firmó, para no ser confundido con un escultor milanés. O su David-Apolo, la versión heroica del hombre, típica de Miguel Ángel.
La novedad de la muestra es señalar su influencia en la Nueva España con obras como el Juicio Final que Andrés de Concha pintó en el templo de Santo Domingo en Yanhuitlán, Oaxaca.
Permanecerá hasta el 27 de septiembre.