México.- El destacado artista Francisco Toledo cumple este viernes 75 años, edad que alcanza como un hombre comprometido con la cultura, el arte y el patrimonio indígena.
El artista, quien asegura no festeja sus cumpleaños, si aprovechará la ocasión para reunirse con la familia y tomar un refresco.
En declaraciones a la “La Jornada”, Toledo aseguró que si bien ha tenido deseos de retirarse siempre hay algo que lo saca de su casa para trabajar más en su obra, por lo que sigue activo en la escena del arte nacional.
De acuerdo con el portal “oaxaca-mio.com”, Francisco Benjamín López Toledo nació el 17 de julio de 1940 en Juchitán, Oaxaca; desde temprana edad demostró habilidad especial para el dibujo, por lo que su padre lo alentó y le cedió las paredes de la casa, para que el pequeño las llenara con sus colores y creatividad.
La página “biografíasyvidas.com” agrega que el abuelo del artista, Benjamín Toledo, multiplicó la imaginación del niño con salidas campestres en busca de resina vegetal y con relatos populares en los que los seres fantásticos se mezclaban con todo tipo de animales y personajes legendarios.
En la década de los 50 y tras finalizar sus estudios secundarios, Toledo comenzó su formación artística profesional en la gráfica, en la capital de su estado, en el taller de grabado de Arturo García Bustos (1926).
Posteriormente, el artista se trasladó a la Ciudad de México, donde ingresó al Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Prolífica carrera
Después de esa experiencia y con tan sólo 19 años, Toledo exhibió sus obras en la Galería Antonio Souza y en el Fort Worth Center, en Texas, Estados Unidos.
En los años 60, Toledo recibió una beca para viajar a Paris, Francia, para estudiar y trabajar en el taller de grabado de Stanley Hayter (1901-1988).
En ese tiempo, además logró exponer su obra en galerías de gran prestigio como Toulouse, en la Tate Gallery de Londres, con catálogo escrito por Henry Miller (1891-1980), y en Nueva York.
En Francia, Toledo fue reconocido en seguida como un artista singular, especialmente celebrado por André Pierre de Mandiargues (1909-1991), quien destacó su “desarrollo de lo mítico” y su “sentido sagrado de la vida”.
En 1965 el artista regresó a México y desarrolló pintura, litografía, grabado, escultura, cerámica y diseñó tapices con los artesanos de Teotitlán del Valle, en Oaxaca.
Tiempo después, en 1977, vivió en Nueva York, ciudad cosmopolita a la que regresó en 1981 y 1982 para hacer cerámicas.
En los años siguientes, Toledo continuó produciendo en Cuernavaca, en la Ciudad de México y en Oaxaca, hasta 1984, cuando se instaló en Barcelona, España, y en París, donde realizó pinturas, esculturas y grabados.
A lo largo de su carrera, el artista plástico se ha dedicado a promover y difundir la cultura y las artes de su estado natal, Oaxaca, donde reside actualmente.
Ejemplo de ello fue la fundación de Ediciones Toledo, y la creación del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, que dirige actualmente, y por medio del cual, este año donó su colección personal conformada de un obra singular y de valor incalculable.
Las obras de Toledo se encuentran diseminadas alrededor del mundo, en el Museo de Arte Moderno de México, París, Nueva York y Filadelfia; en la New York Public Library, la Tate Gallery de Londres y la Kunstnaneshus de Oslo, entre otros espacios.
Además, el creador ha ilustrado varios libros, y ha participado en numerosas exposiciones colectivas e individuales en ciudades como Nueva York, Londres, París, Ginebra, Oslo y otras más.
Todo lo anterior demuestra que Francisco Toledo ha sabido asimilar su experiencia en Europa para incorporarla a su visión creativa, generando así una obra original con la que ha puesto en alto el nombre de las artes plásticas mexicanas.