Minatitlán, Ver.- La explosión del complejo petroquímico de Pajaritos, Veracruz, pudo haber tenido consecuencias mayores y haberse extendido a otros centros de trabajo, pero en medio de la contingencia, los trabajadores siguieron los protocolos de seguridad, que evitaron una tragedia global.
El presidente Enrique Peña Nieto reconoció la valentía de los trabajadores, quienes a pesar de haber estado lesionados a causa de la explosión, trataron de evitar una tragedia mayor que se extendiera a otras plantas.
Arnulfo Núñez Lugo y Alfredo Gallegos Nava, dos compañeros de trabajo sobrevivientes al desastre, que costó la vida de más de una decena de personas, se coordinaron para evitar una cadena de fuego que alcanzara a sus colegas de otras plantas, conectadas al complejo de PMV Mexichem, empresa afiliada a Petróleos Mexicanos (Pemex).
En sus camas de hospital donde se recuperan de las lesiones sufridas por los impactos de las tres explosiones, narraron al presidente Peña Nieto, quien los visitó, las acciones que realizaron para contener lo más posible los impactos de este accidente.
Arnulfo, luego de que hubo un problema con el sistema de refrigeración de la planta, se dio a la tarea de sacarla de operación e inhabilitar los reactores, pero mientras realizaba este procedimiento, ocurrió la primera explosión que generó una nube química que lo envolvió con sus compañeros.
Se dirigió al cuarto de control, donde se encuentran los interruptores. “Esto nos va a envolver va a reventar”, pensó de inmediato, y avisó a sus compañeros que desalojaran el área.
Al tratar de alejarse, la segunda explosión alcanzó a Arnulfo y a otros ingenieros ya a nivel de piso y los arrojó, haciendo que perdiera el casco de seguridad, pero logró llegar a otros controles, sin embargo la energía eléctrica ya se había interrumpido. En ese momento, sintió el impacto de la tercera onda expansiva.
“Me retiré a una zona más segura, empecé a hablar a las plantas vecinas a que me suspendieran el envío de gas, de combustible; hablé a la planta de cloro (para) que me suspendieran el envío de cloro; la de oxígeno para que todo fuera local y no fuera global e involucrar más centros de trabajo”, narró el originario de Cerro Azul, Veracruz.
Entonces, al mirarse la pierna, se dio cuenta de la fractura expuesta que tenía. Estaba empapado en sangre, no veía bien, no escuchaba, pero todavía pudo llamar a su esposa, que trabaja en la planta de oxígeno, para que avisara que cerraran todas las válvulas y el envío del gas.
Pidió a colegas que se hicieran cargo de los últimos procedimientos de seguridad, siempre y cuando no pusieran en riesgo sus vidas, mientras ordenaba a otros que abandonaran la zona.
Alfredo Gallegos cayó desde el tercer piso. Antes,
mientras lo envolvía una “atmósfera de ácido”, pudo disparar un compresor para evitar más daño.
“Saqué el disparo, salgo corriendo ya casi atrapándome el ácido cuando viene el estallido y me aventó contra una columna”, contó al presidente, quien lo visitó en su habitación 119 del Hospital Regional de Minatitlán de Pemex.
No perdió el conocimiento a pesar de que se rompió la cabeza, recordó, y logró salir con la ayuda de Jorge Uscanga, su segundo jefe, quien lo sacó del área crítica, y después aunque con mareos logró llegar a una ambulancia.
Los trabajadores, quienes están próximos a ser dados de alta, lamentaron que la tragedia haya costado la vida de compañeros de trabajo, pero coincidieron en que el siniestro pudo haber adquirido dimensiones mayores.