Ciudad del Vaticano.- Entre selfies de visitantes chinos, grupos de curiosos agolpados ante La Piedad, flores en la tumba de Juan Pablo II y fieles haciendo fila para confesarse, El Vaticano vivió el Jueves Santo entre turismo y religión.
La jornada comenzó con la Misa Crismal celebrada por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro mientras afuera, bajo un agradable sol primaveral, decenas de personas hacían fila para realizar su visita por el templo, pero no necesariamente para rezar.
De hecho, durante buena parte de este jueves la fila para ingresar a la basílica se extendió por más de 400 metros en curva dentro de la Plaza de San Pedro, aunque por momentos la extensión fue mayor.
No obstante, la espera de los turistas fue de 15 a 20 minutos en promedio, gracias al avance relativamente rápido en los diferentes detectores de metales ubicados bajo la majestuosa Columnata del Bernini.
Hasta allí llegaron Luis Basaldúa y Alejandra Pesina, una pareja de recién casados procedentes del central estado mexicano de Querétaro, quienes tras realizar un crucero por el Mediterráneo (con paradas en Marsella, Génova, Palermo y Túnez) decidieron visitar algunas ciudades de Europa.
Así, como parte de su luna de miel, incluyeron al Vaticano luego de recorrer París, Bruselas, Brujas, Amsterdam y Praga.
Aunque ninguno de los dos mexicanos pareció interesado en el sentido religioso de la visita al Vaticano, Basaldúa reconoció que visitar el centro de la cristiandad en plena Semana Santa tiene un condimento particular.
“Es muy especial, se siente una vibra, yo había venido antes y se siente distinto. Obviamente hay mucho más turismo y eso dificulta un poquito entrar a los puntos turísticos, pero muy interesante”, dijo a Notimex, mientras esperaba entrar a la basílica.
“Sin el condimento religioso El Vaticano tendría muchos menos turistas, el Papa tiene mucha influencia y especialmente para los mexicanos. Eso hemos visto en este viaje, de los lugares que hemos visitado aquí es el lugar en el que más mexicanos hay”, agregó.
Asimismo constató que muchos mexicanos viajan a Roma por motivos religiosos e incluso advirtió que de todos los lugares recorridos, en la capital italiana es donde encontró más compatriotas suyos.
Pese a no que recordaron que justo este 2 de abril se cumplen 10 años del fallecimiento del Papa Juan Pablo II, dijeron que lo recuerdan como el pontífice con el cual crecieron, el más cercano a los mexicanos de los últimos tres.
Casados solo por lo civil, explicaron que las actuales generaciones de mexicanos ya no dan tanto peso a la religión como las pasadas e incluso ya muchos no se casan por la Iglesia o, si lo hacen “es para complacer a la abuelita o por la fiesta”.
En cambio, ellos prefirieron visitar El Vaticano con una visión más laica, pensando más bien en la arquitectura y en la historia que encierra ese lugar.
Miles de personas de las más variadas nacionalidades desfilaron por San Pedro este Jueves Santo. La mayoría se preocupaba por captar la mejor imagen de la estatua de La Piedad, de captar con sus celulares o sus dispositivos móviles los fastuosos techos.
Frente a la tumba de Juan Pablo II, ubicada bajo la capilla de San Sebastián, los fieles podían detenerse a rezar sin ser molestados, mientras a sus espaldas los turistas tomaban fotografías.
Algunas flores y otros regalos fueron depositadas ante la gran lastra de mármol colocada bajo el altar y que contiene la inscripción latina: “Ioannes Paulus PP. II”. Pero las muestras de afecto no fueron multitudinarias ni desbordadas.
En realidad, pese a haber grupos de peregrinos en los espacios del templo dedicados solo a la oración, la gran mayoría de los visitantes estaba interesada en admirar las esculturas y los mosaicos seculares.