Jerusalén.- Mientras estuvo encarcelada durante la ocupación nazi de Amsterdam, Mirjam Bolle escribió cartas a su prometido que nunca envió, pero pensó podría dárselas después de la guerra. Cuando finalmente se reunieron, decidió enterrar el pasado y las guardó. Ahora, décadas después, las publicó en un libro.
Expertos dicen que “Cartas jamás enviadas”, que incluye además comentarios que hizo Bolle en un diario a lo largo de 18 meses y otras observaciones, aportan nuevos datos sobre uno de los aspectos más controversiales del Holocausto, los judenrat, o consejos judíos, como se denominó a burócratas o intermediarios encargados de hacer cumplir las órdenes de los nazis.
A los 92 años, Bolle insiste en su defensa de los judenrat, de los que ella participó, y los expertos dicen que sus cartas ayudan a arrojar luz sobre un controversial aspecto del Holocausto.
Los integrantes de los judenrat eran a menudo considerados traidores por los judíos, aunque Bolle, una mujer vivaz de 98 años, dice que en realidad no tenían otras opciones y que lograron atenuar los padecimientos de su gente. Como secretaria del Consejo Judío de Amsterdam, conoció a fondo su funcionamiento y asegura que salvaron muchas vidas al demorar órdenes de deportación.
“Los alemanes decidieron que debía haber un judenrat, nosotros no tuvimos nada que ver con eso”, dice Bolle en la sala de estar de su vieja casa de piedra de Jerusalén, donde vive sola desde la muerte de su marido en 1992. “Los alemanes hacían lo que querían. Siempre dije que si la guerra hubiese terminado a los dos años, nadie hubiese tenido problemas con los judenrat”.
Con el correr del tiempo, no obstante, dejaron de ser útiles, según Bolle. Los casi 1.200 consejos judíos siguieron gozando de trato preferencial y pasaron a ser un cuerpo administrativo, parte de la “solución final”, como se llamó al exterminio planificado del pueblo judío. Para muchos, fue una carga demasiado pesada. Adam Czerniakow, líder del judenrat del gueto de Varsovia, se suicidó tras ser obligado a deportar judíos que iban a ser exterminados.
Bolle desempeñó un papel limitado. Tomaba dictado, despachaba cartas y observó conversaciones en las que se mencionó por primera vez los campos de concentración nazis.
“Era otro mundo… No se puede juzgar lo que hizo la gente”, expresó. “La gente que vive una vida relativamente normal no se puede imaginar” lo que fue eso.
Seis millones de judíos fueron exterminados por los nazis y sus colaboradores durante el Holocausto, aniquilando una tercera parte de la población judía mundial. Hoy quedan menos de 190.000 sobrevivientes en Israel. Bolle es una de las más ancianas.
El prometido de Bolle, Leo Bolle, fue en 1938 a Palestina, por entonces gobernada por los británicos, y ella se había quedado en Amsterdam por un tiempo más, a la espera de que se casasen. Sus cartas describen los bombardeos alemanes y las deportaciones, los esfuerzos del judenrat por demorarlas y la vez que logró eludir una redada nazi cuando un soldado alemán la acompañó por una calle. A los otros soldados los describió como “bestias salvajes” y relató cómo los judíos eran fusilados por los nazis.
Bolle fue enviada a Westerbork, un campamento de tránsito, y luego a Bergen-Belsen, el campo de concentración donde murió Anne Frank, autora de otro diario famoso.
Bolle logró llevarse consigo las cartas envueltas en una camisa. Las tiró por sobre un alambrado de púas del campo de concentración y las recogió del otro lado. “Hice algo bastante tonto”, comentó. “Si me hubiesen visto, hoy no estaría aquí”.
En una de las cartas le dice a su prometido que “necesitaremos años para hablar de todo lo que nos ha pasado”.
Se casaron en julio de 1944, cuatro años después de que Israel se independizó, cuando ella llegó a Tierra Santa mediante un intercambio de prisioneros entre los holandeses y los nazis. “Tuve mucha suerte”, admitió. Deseosa de superar el trauma que había vivido, guardó las cartas en un cajón y se olvidó de ellas por décadas.
Los sufrimientos no se acabaron en Israel. Su hijo, un piloto de la fuerza aérea israelí, murió en la guerra de 1967 en el Medio Oriente y tres años después falleció en un accidente su hija menor, cuando el jeep militar en que viajaba pisó una mina siria en los Altos del Golán. Su única otra hija falleció de una enfermedad en el 2011.
Dan Michman, director del Instituto Internacional de Investigaciones del Holocausto de Israel, dijo que las revelaciones de Bolle son importantes por el nivel de devastación que sufrieron los judíos de Holanda, donde los nazis exterminaron al 75% de los 140.000 judíos que allí vivían.
Indicó que a los integrantes del judenrat de Amsterdam se los consideraba traidores, pero que lograron emplear a unos 35.000 judíos a los que los salvaron de ser deportados de inmediato.
“Nos acercamos al momento en que ya no tendremos sobrevivientes con nosotros. Sus relatos son por eso muy importantes, pero más importantes son los diarios y las cartas escritos durante ese período”, expresó. “Son documentos en tiempo real, vitales para el estudio del Holocausto en el futuro”.
Bolle encontró las cartas en un cajón en el año 2000 y entonces comenzó a rondarle la cabeza la idea de publicarlas.
Ella misma dice en una carta del 29 de enero de 1944: “Este diario tal vez sea encontrado dentro de cientos de años y sirva como una fuente importante de información. Es por ello que incluyo cosas triviales, porque pueden darle a alguien una imagen vívida. Tal vez algún día nuestros hijos las lean”.