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Abatido, sin la máscara de Rey Mysterio que lo ha hecho protagonista sobre el pancracio de México y Estado Unidos, Óscar Gutiérrez Rubio llegó a la Misa de cuerpo presente de Pedro “El Hijo del Perro Aguayo”.
Para él, quien le propinara a Pedro el último golpe de su vida, no hay más que comprensión de la familia del luchador fallecido, y de todos quienes saben de Lucha Libre, no hay rencores, sólo un profundo dolor compartido.
“Ánimo Rey”, “estamos contigo Rey” escuchó de los asistentes a su paso, serio y cabizbajo, la familia de Pedro sabe que su sentimiento es verdadero, por lo que con tranquilidad le permitieron encabezar una guardia de honor, donde también estaba Konan, quien estuviera también con Aguayo en el dramático momento de su agonía, así como otros gladiadores como Latin Lover.
Con todo el dolor a cuestas, dio el saludo de La Paz del Señor al gran Perro Aguayo, que asume su dolor en una ausencia preocupante, a doña Luz Ramírez, madre de Pedro y a sus hermanas Primavera y América.
No hay acusaciones de ninguna índole, pero Rey Mysterio aún cuestiona el por qué de esta desgracia. Al terminar la Santa Misa y en la soledad de la capilla, el gladiador se derrumbó, pese a las muestras de apoyo de sus compañeros. Sin duda, la despedida más sentida de su vida.
Con una fortaleza admirable, doña Luz Ramírez agradeció el cariño de todos por su hijo y señaló que les queda el consuelo de que se fue haciendo lo que le gustaba y de que Dios se los prestó durante 35 años.
Pedro “El Hijo del Perro Aguayo”, fue incinerado.