Durante el verano de 2013, Daniel Siller viajó una vez a la semana más de 13 horas de su casa, Torreón, Coahuila, a El Paso, Texas. El objetivo era presentarse con el coach de receptores de los Mineros de Universidad de El Paso-Texas (UTEP), la National Collegiate Athletic Association, la liga de fútbol americano estudiantil más importante de Estados Unidos y antesala de la NFL.
Luego de jugar un par de temporadas en los Aztecas de la Universidad de las Americas (UDLA), en Puebla, el mexicano cumplió su objetivo de llegar a la mejor liga colegial de Estados Unidos, en la que muchos mexicanos han intentado destacar sin éxito.
En entrevista con el USA Today, Siller dio cuenta de cómo inició su pasión por el fútbol americano, como aprendió y cuál era su objetivo desde muy joven. Tras destacar en categorías regionales infantiles de Coahuila, el receptor cumplió su sueño de llegar a la Organización Nacional Estudiantil de Fútbol Americano (ONEFA) con la UDLA, en 2013.
“De donde vengo soy el único joven en jugar la División 1 de la NCAA. Mucha gente no cree que haya jugado fútbol americano en México desde niño”, dijo el medio estadounidense.
Luego de dos temporadas con la UDLA, a finales de 2012, Siller decidió cambiar su beca en una de las universidades más importantes de México por jugar en Estados Unidos. La cercanía que hay entre Torreón y El Paso fue aprovechada por el jugador para convertirse en estudiante de la UTEP, pero le costó ser aceptado en el equipo de la universidad, pues envió cartas a los coachs, pero jamás le contestaron.
En el verano de 2013, viajaba una vez a la semana 13 horas en autobús de Torreón a El Paso para que el entrenador de receptores, Robert Rodríguez, ahora asistente de los Vikingos de Minnesota, lo conociera.
“Pensaba: ‘¿Qué hice? En Puebla lo tenía todo y acá no sé si lo lograré’. pero no tenía un plan b o un plan c, si haces eso no pones tu energía en el plan a”, platicó al medio estadounidense.
Cumplió su sueño
Con la temporada 2013 iniciada, Siller recibió una llamada de Rodríguez para informarle que había sido aceptado. Así, en 2014 logró jugar un par de partidos oficiales. Tras su buen desempeño y con la experiencia que adquirió, ahora es parte de los equipos especiales, receptor reserva y es el único que se queda a realizar springs tras la práctica.
El mexicano todavía tiene un año de elegibilidad en el fútbol americano colegial y sabe que una oportunidad en la NFL sigue latente. “Para un niño mexicano, es básicamente imposible. La gente lo ve así, pero yo no lo hacen, porque estoy aquí, estoy jugando y tengo un objetivo”, contó el jugador al USA Today.