Las Vegas — La gente que pagó 99.95 dólares no tenía la más mínima idea.
Tampoco los que se gastaron 40.000 dólares o más por un asiento de ringside la noche del sábado en Las Vegas.
Y, por supuesto, los que arriesgaron medio millón de dólares en el MGM a favor de una victoria de Manny Pacquiao sobre Floyd Mayweather Jr.
Todos creyeron que era la Pelea del Siglo. Dos boxeadores, que si bien ya no estaban en el auge de sus carreras, contaban con las condiciones óptimas para la pelea de sus vidas.
Lo que presenciaron fue un Pacquiao peleando con un brazo, corriendo detrás de Mayweather durante 12 asaltos. El filipino, quien usualmente es una máquina de tirar golpes, apenas conectó 18 jabs con la derecha, y hasta fue superado en golpes por un rival que es un experto en defenderse.
Pacquiao se lesionó el hombro cuando se preparaba para la pelea. La gravedad de la lesión es tal que será operado esta semana para reparar una rotura del manguito rotador.
Como sea, la pelea se efectuó. No fue hasta dos horas antes de la pelea que gente ajena a los representantes de Pacquiao supieron de la lesión. Fue cuando su esquina quería recibir el permiso de la Comisión Atlética de Nevada para una inyección de Toradol, un antiinflamatorio que se usa para calmar dolores agudos.
Los boxeadores son gente aguerrida. A menudo suben al ring sin estar al máximo de sus condiciones, ya que la regla no escrita en el boxeo es que se tiene que pelear.
Pero esto fue distinto. Esta era la pelea más taquillera de todos los tiempos, un combate de semejante magnitud que los boxeadores tenían garantizadas bolsas que equivalen al producto interno bruto de algunos países en desarrollo.
Esta era una pelea tan esperada que se exigía lo mejor de ambos protagonistas.
“Quería ser más agresivo, pero me costaba pelea (con una mano”, dijo Pacquiao.
Es difícil echarle la culpa a Pacquiao, incluso si mintió el día previo al rayar “no” en el formulario de la comisión sobre si tenía una lesión en el hombro. Tenía detrás a todo un país ilusionado en una victoria suya.
Pero sus asesores tenían otras cosas en mente. Sabían que su peleador estaba disminuido físicamente, pero le hicieron subir al ring de todas formas.
Había mucho en juego. La pelea más cara en la historia tenía que disputarse sí o sí.
“Los deportistas siempre pelean lesionados”, dijo el promotor Bob Arum la noche de la pelea. “Consideramos que el tratamiento se recibió en el hombro durante los entrenamientos le daría la oportunidad de usar la derecha. Lidió con la lesión, creyó que la había superado y la misma se reagravó. Ocurre en el fútbol y en todos los deportes”.
Ahora se entiende porque el entrenador Freddie Roach ordenó que las sesiones de sparring fuesen a puertas cerradas un mes antes de la pelea. Nada que ver, salvo un peleador con un brazo preparándose para enfrentar al mejor boxeador de su generación.
El problema para la gente de Pacquiao no era evitar que Mayweather supiera de la lesión. Eso es normal en un deporte en el que no se puede permitir que el rival saque ventaja de debilidades.
Pero nadie dijo nada a las autoridades de Nevada, específicamente en el formulario que Pacquiao llenó poco antes del pesaje. No supieron nada hasta que la esquina de Pacquio les pidió el permiso por una inyección que mitigara el dolor en el hombro.
Fue demasiado tarde. Permitir esa inyección hubiera dejado a Mayweather en desventaja.
“Tuvieron tiempo de sobra para divulgarlo”, dijo Bob Bennett, director ejecutivo de la Comisión Atlética de Nevada.
Pacquiao probablemente recibirá una multa. No será algo que le cueste mucho, puesto que se embolsará algo más de 100 millones de dólares y la espera un prolongado periodo de recuperación.
De todas formas, los encargados del boxeo en Nevada tienen que tomar medidas. Creyeron haber hecho todo lo posible para montar una pelea limpia, pero acabaron objetos de un engaño.
Nadie recibirá reembolsos por lo que se pagó para ver la pelea, lo que un par de fanáticos quiere zanjar en un tribunal federal tras radicar una demanda contra Pacquiao y sus representantes.
Pero tendrán mejores garantías de que han pagado por lo correcto.
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Tim Dahlberg es columnista deportivo de la Associated Press. Puede escribirle a tdahlberg(at)ap.org o seguirle en https://twitter.com/timdahlberg