Curtida en los escenarios de las marchas y manifestaciones a favor de los derechos de la comunidad mexicanoamericana, Rosie López sigue fiel a la causa alzando la voz para reducir las disparidades educativas y mejorar la calidad de la educación para los latinos.
López, de 75 años, continúa vigente en el activismo aunque más discretamente; los tiempos han cambiado, afirma quien fuera una de las líderes del movimiento chicano de los años 60 en Phoenix.
Rosie López, hija de padres inmigrantes de Aguascalientes, México, y de Ciudad Juárez, nació en Santa Mónica, California.
Está casada con el ex legislador estatal Joe Eddie López, con quien se mudó a vivir a Arizona, estableciéndose en el sur de Phoenix.
La pareja se conoció en un popular centro de baile conocido como Riverside Ballroom. Ambos coincidían en sus ideales y pronto comenzaron a organizar a estudiantes la Universidad Estatal de Arizona y de otras escuelas para dar pie a la fundación de MASO, una organización de estudiantes mexicanoamericanos.
“La primera causa que ayudamos a resolver fue de un grupo de trabajadores del área de lavandería de la universidad”, recuerda Rosie López.
Los trabajadores –latinos en su mayoría- recibían sueldo diferente del resto y sus beneficios estaban a dispar, comenta.
Rosie López tenía la inspiración del líder campesino César Chávez de que solamente unidos como comunidad podrían hacer cambios.
Aunque el propósito de la organización era abogar por mejores condiciones educativas para los latinos, durante el Movimiento Chicano se lucharon varias batallas.
El antagonismo político de la época en 1967 frenó en numerosas ocasiones los intentos de establecer una organización más fuerte.
En 1968, Rosie y su esposo apoyaron el nacimiento de Chicanos Por La Causa (CPLC), que en la actualidad es la tercera organización de desarrollo comunitario más importante en el país.
A pedido de los líderes de CPLC, Rosie reunió a varias de sus amigas y compañeras del movimiento para apoyar a darle credibilidad y mejorar la aceptación de la organización como una agencia de servicios sociales enfocada en atender las necesidades de la comunidad.
“Los dos estábamos muy involucrados en el movimiento, fue un sacrificio que hicimos como familia de dejar de ver a mi esposo en varias ocasiones porque él andaba ocupado dirigiendo CPLC y yo atendiendo a nuestros hijos”, recuerda.
En esencia, Rosie López fue y sigue siendo una activista que no ha dejado de luchar por lo que considera justo.
Con el ejemplo de César Chávez, en 1987, López fundó el Arizona Hispanic Community Forum (AHCF), que se reúne cada año con el propósito de establecer la agenda de política pública para impulsar la educación de los latinos.