México, DF.- Para obtener mayor fuerza política en Estados Unidos los “dreamers” tienen que conocer más de México, consideran Dulce Matuz y Carolina Ramírez.
Ellas son dos de los más de 700 jóvenes mexicanos que han evitado la deportación desde EU gracias al Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), que entró en vigor en 2012 vía acción ejecutiva del Presidente Barack Obama.
La semana pasada, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y la US-Mexico Foundation auspiciaron los viajes de 22 “dreamers” a la Ciudad de México, y regresaron así al país que los vio nacer, pero del que, reconocieron, no saben muchas cosas.
“Estoy muy contenta de estar en la Ciudad de México y poder aprender de mis raíces. Aunque siempre he estado muy orgullosa de ser mexicana, indígena yaqui, no sé exactamente los detalles de mi origen, realmente nunca me he adentrado porque no había tenido la oportunidad”, comentó Dulce en entrevista.
“Hay que asegurar que los hispanos en EU seamos una mayoría involucrada cívicamente y educada en todos los ámbitos. Queremos diplomas universitarios, pero la educación también es saber de tu cultura, de dónde vienes, para tener puestos de poder económico y político y ser una mayoría con fuerza, no una mayoría a la que se le siga oprimiendo”.
De 30 años y originaria de Sonora, está por concluir su proceso de naturalización en EU. Pudo arreglar sus papeles al combinarse dos escenarios: entró legalmente a EU, con una visa de turista que posteriormente expiró, y se casó con un ciudadano de ese país.
Ahora es una de las activistas pro inmigrantes más reconocidas en EU, graduada de Ingeniería en Electrónica de la Universidad de Arizona, y presidenta de la Arizona Dream Act Coalition. En 2012, fue incluida en la lista de la revista Time de las 100 personas más influyentes.
Carolina, de 26 años, nació en Coahuila y llegó a EU a los tres años. Es licenciada en Ciencia Política y Español por la Universidad de Lamar, en Texas, y actualmente trabaja en la organización United we Dream, en Houston.
“Espero comprender mejor a la ciudadanía mexicana, me encantaría conocer a fondo lo que piensan, cuáles son sus retos, cómo ven a los dreamers. Estudié mucho sobre América Latina y México, pero no es lo mismo que cuando vives acá toda tu vida”, señaló.
“Uno de mis miedos es que, nosotros los dreamers, nos volvamos apáticos cuando seamos residentes y ciudadanos en EU. ¿Vamos a ser un electorado que vota con los ojos cerrados o una población reconocida como personas que saben lo que quieren y que pueden votar como bloque cuando sea necesario, y que tenemos los intereses de nuestra comunidad al frente?”, cuestionó.
Los 22 “dreamers” que viajaron a México en esta ocasión, indicó, se enteraron apenas de la existencia de programas de apoyo a mexicanos en el exterior.
Llamó a fomentar una mayor comunicación entre los mexicanos que viven en el país y los que residen en el extranjero, y a difundir información sobre, por ejemplo, cómo poner un negocio en México, y si hay condiciones de retiro para los mexicanos que retornen desde EU.