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México.- En uno de los momentos que más anhelaba de su visita a México, el papa Francisco se encontró el sábado con la venerada patrona de México y de las Américas, a la que rindió homenaje.
El pontífice, un mariano ferviente, celebró su primera misa masiva en la Basílica, el santuario de la Virgen de Guadalupe, al cumplir su primera jornada completa de su viaje en el país de habla hispana con mayor cantidad de católicos del mundo.
Tras una jornada en la que se reunió con autoridades y obispos a quienes les pidió enfrentar males como el narcotráfico y la corrupción, Francisco se citó finalmente con la “Morenita” del país, la Guadalupe, uno de los mayores sitios de peregrinación católica del planeta.
Según la tradición católica, la virgen se le apareció al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac un amanecer de diciembre de 1531. El papa dijo que aún ahora se muestra a todos, sobre todo a quienes sienten como aquél “que no valían nada”.
Dijo que así como Dios despertó la esperanza en Juan Diego con la aparición de la virgen, también un alba se asoma para los sufrimientos.
“En ese amanecer Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder e incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”, señaló.
El papa regaló una diadema de oro y plata para la Basílica.
Miles de feligreses, entre los que se encontraban grupos de enfermos de parálisis cerebral y gente de la periferia, le armaron una verdadera fiesta de recepción en la explanada, en cuya esquina se levanta una escultura del difunto papa Juan Pablo II, muy querido por los mexicanos y también ferviente devoto de la Virgen de Guadalupe.
La euforia también estalló dentro de la Basílica poco antes de que ingresara el papa. “¡Francisco, hermano, ya eres mexicano!”, corearon.
Algunos feligreses señalaron que soñaban con ver al primer papa latinoamericano saludando personalmente a su santa patrona.
“Ojalá que sus súplicas ante nuestra madre sean para bien de nuestro país ante tantos problemas”, dijo Maria Ramírez, una jubilada de 72 años del estado central de Puebla y quien levantaba una bandera blanca y amarilla del Vaticano con las imágenes del papa y la virgen de Guadalupe. “Él quiere darnos fortaleza y esperanzas a través de nuestra virgen”.