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México.- Familiares reunidos para recordar a sus difuntos alrededor de una tumba decorada con flores, papeles y fotografías, es la imagen que se repite en los cementerios de la ciudad de México durante este Día de Muertos.
Así es como se ve el Panteón Tarango, uno de los panteones más grandes de la delegación Álvaro Obregón, cuya larga calle de acceso principal se flanquea con vendedores de cempasúchil que ofrecen sus ramos a 10 pesos, instalados junto a puestos de comida y bebidas para refrescar a los visitantes.
“El recuerdo se lleva acá adentro”, asegura Jorge Vázquez Rodríguez, al tiempo que se lleva la mano derecha al lado izquierdo de su pecho, mientras observa la tumba de sus padres: José y Elvira.
Desde Ecatepec, Estado de México, emprendió su camino esta mañana para llegar al panteón, con la confianza de que sus hermanos y sobrinos acudirían con todo lo necesario para este día.
“Como soy el más grande de los hermanos, me toca organizar. Yo traje todo para limpiar la tumba: el azadón, los botes y todo eso, otros trajeron el arrocito y un guisado, otro de mis hermanos vino desde ayer para pintar la tumba”, relató.
Mientras conversan entre ellos, se escuchan provenientes de distintos puntos del camposanto las canciones que en su momento disfrutaron los difuntos y que piden ahora sus familiares a los músicos de conjuntos norteño y mariachis por 70 pesos la canción.
Con las canciones “Cruz de olvido” y “A mi manera” de fondo continúa Jorge Vázquez describiendo su tradición: “está aquí hasta la tercera generación; venimos cuatro de sus hijos, tres nietos y un bisnieto”.
Pero no todas las tumbas de este panteón corren con la misma suerte que las de esta familia; otras apenas se ven, escondidas entre pasto y hierbas.
Para Jorge es claro, “ya que estamos aquí, vamos a darle una manita a los vecinos, nada nos cuesta, aquí estamos conviviendo como si fuéramos vecinos, entonces pues al rato le damos también su limpiada a las tumbas que están aquí a lado solitas”.
También para aquellos que llegan solos a visitar su difuntos, a la entrada del panteón existen personas que ofrecen sus servicios para limpiar las tumbas, al lado de una larga fila de una toma de agua pública para las flores que serán colocadas.
Tampoco la seguridad escapa a esta celebración, alrededor del panteón la policía capitalina patrulla sus alrededores y vigila la ubicación del estacionamiento de los vehículos en las calles.
“Aquí nos estaremos hasta la tarde, comeremos la segunda ronda de guisados, hacemos una oración y nos vamos; para volver a visitarlos el próximo año y que nuestros hijos continúen con la tradición”, asegura Jorge Vázquez.