México, D.F.- Con lágrimas, con una flor, vestidos como su ídolo, pero sobre todo con mucho amor, el público despidió a Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” en el Estadio Azteca, un recinto que él mismo escogió como su velatorio, ahí donde cumplió su sueño de jugar futbol, a través de su personaje “El Chanfle”, ahí donde gozó con el América, su equipo favorito.
En medio de la cancha del Azteca, su féretro, que jamás fue abierto, fue testigo del amor de 30, 40, 50 mil personas, no las contamos, pero estuvieron quienes quisieron estar, quienes quisieron despedirlo y fue muy emotivo ver cómo le decían adiós a quien los hizo felices, lo mismo niños, jóvenes, que señores o ancianos.
Todos los ahí presentes tenían una anécdota, algo qué decir y sentir por “Chespirito”, para algunos fue quien les enseñó lo que es el compañerismo, otros se identificaban con El Chapulín Colorado, porque es un súper héroe imperfecto, miedoso, pero muy sincero y honesto; otros con Chaparrón Bonaparte y su locura.
Para Rafael y María Suárez, dos pequeños de seis y siete años, quienes ven la serie en una de las tantas repeticiones, les era increíble escuchar que “El Chavo” murió y más que tuviera seis hijos, “un niño no puede tener tantos hijos”, nos dijo el pequeño Rafael, quien de verdad creyó siempre que El Chavo era un niño de 8 años… así era la magia de don Roberto.
Hubo admiradores que viajaron desde Puebla, Toluca y Guadalajara para despedirlo, lo lograron y estaban conmovidos de haber pisado la cancha del monumental Estadio Azteca para poner una flor en el féretro de “Chespirito”, que llegó a la cancha del Azteca en lo que la prensa bautizó como “Chespirimóvil” o “Chavomóvil”, porque junto a su féretro había dos figuras negras con sus personajes.
“Crecí con frases como “Chanfle”, “se me chispotió, “fue sin querer queriendo”, Chespirito marcó mi infancia y siempre les inculque a mis hijos verlo, porque era un humor muy blanco, nunca groserías, nunca doble sentido, y por ahí mis nietos también lo ven y los traigo vestidos como los personajes, a todos nos gustó siempre”, nos dijo don Manuel Guerrero, un obrero, de 63 años, que llegó al recinto a despedir a su ídolo, junto con toda su familia, 17 personas.
Quizá se esperaba más gente, quizá que se llenara el Azteca con sus 110 mil localidades, pero la magia no se hizo presente, lo que causó extrañeza en corresponsales de Colombia, Brasil, Venezuela, Honduras, Argentina, y de muchos países más que estaban presentes, que hicieron el viaje especial para este adiós, que les pareció muy desangelado, pese a conmoverse también cuando el público le cantó sus temas, o cuando todos cantamos Las Golondrinas, al son del mariachi, imposible no conmoverse, imposible no llorar.
La Misa de Cuerpo Presente fue emotiva, una luz para el camino que emprendió el querido “Chavito” con el Ave María interpretada por el tenor José Luis Duval.
Luego un grupo numeroso de niños del CEA de Televisa y de una escuela, dejó escapar palomas blancas, mientras el público gritaba porras al chavo, “no te vayas Chavo”, “gracias chavito”, “no te olvidaremos”, “chavo, chavo, ra-ra-ra”.
Sus hijos y sus nietos, desde un palco miraban con sentimientos encontrados la entrega de su seguidores, finalmente para ellos trabajó toda su vida. Había lágrimas en la cara de Roberto hijo, pero a la vez una sonrisa porque todo fue como