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Después de los temas “Star me up” y “It’s only Rock and roll”, la banda, considerada por muchos como la gran rival de The Beatles, gobernó con rock durante las casi dos horas de su presentación con temas que hicieron historia y que se recrearon con maestría, actitud y talento en el recinto.
“Hola México, hola güey, ¿están bien?”, exclamó Mick Jagger, vocalista y líder de la banda quien hizo cantar a los presentes con “Tumbling Dice” acompañado de coristas y dos saxofones que alimentaron el trabajo de los músicos Charlie Watts, Keith Richards y Roonie Wood, quienes junto a su guitarra y bajo, respectivamente, viajaban por el escenario reuniéndose por momentos.
“Hace 10 años que no veníamos a México, un chingo de años. Antes tomábamos tequila, ahora tomamos mezcal”, señaló en español y en tono alegre el cantante nacido en el año 1943.
Al presentar “Out of control”, en medio de los gritos y aplausos de las y los miles de fanáticos, éstos se dejaron llevar por su armónica rebelde y la estrafalaria forma de tocar la guitarra de Keith Richards, miembro original de la banda.
Luego de un conteo ayudado con las voces del público, el también productor musical enfocó su figura a presentar “Street fighting man” y maniobrar entre el caos del rock que se transformó en melancolía a la llegada del clásico generacional escrito por Jagger y Richards, “Wild horses”, que cerró los ojos de los presentes y levantó el humo y las bebidas al igual que los coros de los presentes a esta historia citadina.
El movimiento de la composición “Paint it black”, retomada de los años 60, sacudió conciencias viejas y jóvenes entre manos levantadas y el ímpetu de mujeres y hombres que bailaron sus recuerdos con la guitarra de Richards en pleno estruendo.
“¿La estamos pasando bien? Sean Penn vino al hotel a entrevistarme, pero… óme escapé!”, dijo Jagger en tono de burla para continuar.
“Fuimos a las pirámides, pero lo mejor fue cuando fuimos a las luchas”, dijo el cantante en español, ganándose la ovación del público para luego presentar a los músicos que lo acompañaron esta noche.
Una noche inolvidable
El despliegue de rock y calidez alegre también se sintió con “Before they make run”, tema lanzado a finales de la década de los setenta que hizo que el guitarrista Keith Richards se hincara en el escenario ante una audiencia ya desde antes rendida a sus pies.
Como un gran equipo lleno de experiencias, así, amable y amoroso con cada uno de sus miembros que se dejaban disfrutar una vez más en el escenario, Jagger volvió a sacar la armónica y con ella se meneó por todo el estrado con “Midnigth rambler”, estremeciendo con una vibra que se metía debajo del cabello y la piel a los presentes.
Esa misma energía no podía existir sin la fuerza del bajo de Ron Wood, la batería de Charlie Watts y la guitarra de Keith Richards, mientras Jagger se quitaba la colorida chaqueta y bailaba sin pena ni asalto de años juveniles, tocándose la piel de su abdomen y haciendo cantar a los presentes, estallando en gritos para luego gobernar al público a su manera: silencio y furia al mismo tiempo.
“Ustedes son chidos”, aseguró Jagger, quien tomó la guitarra con la que lideró un coro que dio la bienvenida al emblemático tema “Miss you”, que sin olvidar sus orígenes setenteros se vio reconocida por coros y bailes y con la que Mick recibió una bandera de México en sus hombros para regalar el emblemático “Gimme Shelter” junto a la cantante Sacha Allen.
“óQue noche tan brutal! ¿Están todos bien?”, cuestionó el artista para que con fuegos artificiales iniciara “Jumpin’ jack flash” que hizo vibrar a los 60 mil asistentes en baile y recuerdo.
“La última y nos vamos”, agregó el líder de la banda para llenar la atmósfera de pasión y furia roja con “Sympathy for the devil” que interpretó con una estola roja y las pantallas con márgenes con gariboleados color carmín en medio de las percusiones y los movimientos no sólo de los activos en el escenario, sino de la multitud
Todo el sabor y ritmo de “Brown sugar” convenció a la banda de quedarse en el estrado mientras luces brillantes iluminaban los rostros sonrientes de los presentes que presionaban por más y bailaban por más, atesorando el momento.
Minutos de oscuridad, de silencio, son sorprendidos por un coro que se une al tema “You can’t always get what you want”, en el que las miles de voces, arriba y abajo del foro vuelven a unirse en una sola para acompañar a la banda que prefiere la alegría a la melancolía, el movimiento a lo estático y la sátira frente a la realidad.
“Gracias al coro elemento”, se escucha decir a Jagger, solo para dar la estocada final con “I can’t get no satisfaction”, tema con el que Jagger, Richards, Wood y Watts se despiden dejando su talento en el escenario, en el que Mick también aplaude junto al público.
Así y en conjunto, más allá del tiempo y los dimes y diretes, Los Rolling Stones gobernaron y siguieron rodando en la mente y los oídos de los presentes en la primera de dos citas en esta ciudad, como parte de su gira “Olé” que concluirá el próximo viernes 25 de marzo en una presentación histórica y gratuita en Cuba.