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La experiencia de haber vivido la guerra, y las secuelas postraumáticas de las explosiones y la muerte de compañeros de batalla, no apagaron el espíritu de lucha de Luis Cárdenas, un veterano de Irak que aboga por que se admita a jóvenes inmigrantes en las filas de las Fuerzas Armadas.
Por el contrario, aún perseguido por los fantasmas de la guerra, Cárdenas, de 29 años, decidió darle vuelta a la página de su pasado como combatiente para emprender una nueva lucha en una batalla que busca mejores beneficios para los veteranos de guerra, y una reforma de inmigración.
El joven oriundo de Mexicali, México, pero naturalizado estadounidense, fue uno de los 1999 alumnos latinos que se graduaron este año de la Universidad Estatal de Arizona, y que formaron parte de la Convocatoria Hispana el pasado 16 de mayo en el Wells Fargo Arena, en Tempe.
Se graduó de la Licenciatura de Servicio Público y Políticas Públicas con enfoque en gerencia de organizaciones sin fines de lucro, carrera que espera ejercer en favor de su causa.
Luis Cárdenas, es uno de pocos veteranos de los Marines que tomó ventaja de los beneficios de pago de educación que otorga el ejército estadounidense.
El joven traído a los Estados Unidos desde la edad de tres años había pensado en devolver algo a este país que considera su patria.
Habían transcurrido dos semanas después de que concluyera sus estudios de preparatoria cuando decidió enlistarse en el ejército estadounidense.
Fue a Irak en tres ocasiones, donde convivió con el peligro durante casi siete años que estuvo asignado a diferentes misiones de alto nivel de riesgo.
De hecho, comenta, su vida estuvo en peligro en repetidas ocasiones cuando fue asignado a una de las peores áreas de Irak, donde el común las explosiones de minas eran el “pan de cada día”.
No obstante, el peligro, su determinación y valentía le permitieron sobrevivir a la peor guerra registrada en la historia de Estados Unidos contra Irak.
Tras terminar su contrato con las Fuerzas Armadas –en 2008- regresó a su país-, donde, inmediatamente después de naturalizarse como ciudadano estadounidense, consiguió su primer empleo de civil bajo las órdenes de la oficina del sheriff del Condado de Yuma.
No fue fácil escapar de los “fantasmas” de la guerra, confiesa Luis. Las dificultades que enfrentó al incorporarse a la vida civil -como depresión, trauma postguerra y otros males a nivel sicológico-, lo obligaron a buscar refugio en su natal México, donde vivió unos meses.
Decidido a buscar su destino, se decidió a ingresar al colegio Arizona Western College en Yuma, donde posteriormente cumpliría su meta de graduarse para continuar sus estudios en la universidad.
Activismo
En su rol de activista, Luis Cárdenas ha tenido la oportunidad de ir a la capital del país para hacer gestión para reformas educativas para los excombatientes y apoyar un mejor sistema de atención de salud para los veteranos de guerra.
Recientemente, el Congreso de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley, que ayuda a la incrementación, evaluación, atención y prevención de suicidios entre veteranos de guerra, así como mejoras en la salud mental de los mismos.
Luis fue uno de los promotores de este cambio en la política nacional de atención a los asuntos de los veteranos.
Más recientemente, Luis trabajo hombro con hombro con el Congresista federal por Arizona, Rubén Gallego para que se apruebe una legislación que permita a jóvenes indocumentados con DACA que puedan enlistarse en ejército para servir a la que como él consideran su patria.
Fantasmas de la guerra
Luis enfrenta numerosos desafíos como veterano de guerra. Los problemas físicos -como dolores de espalda y otras dolencias que aparecen en su cuerpo, así como secuelas sicológicas, son un recordatorio de su pasado.
Síntomas como pérdida de memoria, problemas de concentración, de manejo de ira y depresión, son algunas de las dificultades que comúnmente enfrentan los veteranos de guerra.
“Identificar esos problemas de depresión y estrés postraumático es difícil”, dice, quien ha utilizado su experiencia propia en el activismo a favor de mejores beneficios para los veteranos.
Lejos del campo de guerra, los veteranos enfrentan otra batalla, la de incorporarse a la vida civil de una manera digna y con el reconocimiento que merecen por haber sacrificado sus vidas por la libertad, el honor y la democracia de este país, dice Luis.
“Me duele en el alma ver cuando un estadounidense pisotea su bandera, pero al mismo tiempo reflexiono que eso es precisamente por lo que fuimos a pelear en la guerra para que la gente de este país tenga libertad”, concluye.