Phoenix.- Kayla Mueller estuvo en una celda de detención en Siria, cara a cara con su novio mientras él se hacía pasar por su marido. Si le decía a sus captores que estaba casada con Omar Aljani podría haber sido liberada de las manos del grupo extremista Estados Islámico, dijo él. En cambio, negó ser su esposa.
Aljani había convencido a una serie de personas para que le dejasen pedir su libertad, pero regresó con las manos vacías. Dijo que vio el rostro de Mueller solo unos segundos cuando sus captores la descubrieron para mostrarle que era la rehén estadounidense de Prescott, Arizona.
Los guardas dijeron a Mueller, de 26 años, que Aljani saldría ileso si contaba la verdad, así que al parecer se aferró a su honestidad para salvarle en lugar de tomar la pequeña oportunidad que tenía de quedar en libertad, según dijo el novio.
“Como es estadounidense, no la iban a dejar marchar de ningún modo. No tenía sentido que los dos nos quedásemos ahí “, dijo Aljani. “Quizás quería salvarme. Quizás no supo que volví para salvarla”.
Pensar primero en los demás era parte de la forma de ser de Mueller. Durante mucho tiempo se abstuvo de gastar el salario que ganaba como cooperante internacional en ropa nueva, peluquería o maquillaje para utilizar ese dinero para ayudar a los demás, recordó Aljani.
El sirio habló con la Associated Press el domingo vía webcam desde Turquía en una de sus primeras entrevistas, contando cómo conoció a Mueller en 2010 y la última vez que la vio, en 2013, como prisionera del grupo Estado Islámico.
El gobierno de Estados Unidos y la familia de Mueller confirmaron su fallecimiento la semana pasada. Desde entonces, cientos de personas se han reunido en su honor en su localidad natal uy en Flagstaff, donde estudió en la Universidad del Norte de Arizona.
El cautiverio
Mueller y Aljani fueron tomados rehenes en Agosto de 2013 a la salida de un hospital de Médicos Sin Fronteras en Alepo, Siria, donde él había sido contratado para arreglar la conexión a internet. Mueller le rogó que la dejase ir con él para poder ver el sufrimiento en primera persona y ayudar, a pesar de los peligros de viajar a la región sacudida por la guerra. Él aceptó a regañadientes.
“Discutimos sobre eso”, dijo. “Al final tuve miedo de que si no iba conmigo, fuese a ir con alguien más”.
Mueller sacó partido de una inesperada estancia nocturna en el centro, donde las reparaciones duraron más de lo previsto, para preguntar a mujeres sirias por su vida diaria. Al día siguiente, en lo que debería haber sido un viaje de 10 minutos a la estación de autobús, Mueller, Aljani, el conductor del taxi y una cuarta persona fueron emboscados a punta de pistola y amenazados de muerte.
Mueller permaneció retenida mientras que Aljani dijo que fue liberado 20 días más tarde tras ser golpeado e interrogado por su trabajo como fotógrafo, su religión y su relación con Mueller.
En contra del aconsejo de sus amigos, relata Aljani, regresó a Siria desde Turquía más tarde en 2013 para intentar recuperar a la mujer que había conocido tres años en El Cairo cuando ella respondió a un anuncio suyo para acoger a visitantes extranjeros.
Mueller pasó menos de una semana en El Cairo, pero Aljani dijo que pronto congeniaron, mantuvieron el contacto a través de internet y viajaron juntos, discutiendo formas de cambiar el mundo. Se hicieron novios y él dijo que le prometió que siempre cuidaría de ella.
Durante su estancia en Francia para aprender el idioma y poder ir al norte de África, Mueller animó a Aljani a seguir su sueño de ayudar a sus compatriotas sirios. Más tarde se unió a él en Turquía, cerca de la frontera con Siria.
Aljani dijo que a menudo le hablaba de Siria, donde el derramamiento de sangre ha bloqueado el país gobernado por el disputado presidente Bashar Assad, y le envió grabaciones, fotografías y otra información que la cooperante empleó en su blog. Casi la mitad de la población siria está desplaza por el conflicto y cerca de 200.000 personas fallecieron a causa de la guerra.
“Ella quería que todo el mundo emplease su libertad para ayudar a liberarnos”, recordó.
Cuando fueron capturados y detenidos juntos, Aljani tenía al menos cierta seguridad de que estaba viva. Tosía o decía algo para asegurar que se podía oír su voz, y ella a veces respondía en respuesta. En otras ocasiones, él o sus compañeros de celda miraban por debajo de la puerta para ver las sandalias que vestía, añadió.
Cuando quedó en libertad le dijeron que se olvidase de Mueller y de su equipo fotográfico.
Aljani dijo que ha estado en contacto con la familia de Mueller y que, como ellos, durante los 18 meses de cautiverio mantuvo la esperanza de que estaba viva. Se convenció de que los insurgentes la dejarían en libertad al darse cuenta de que estaba en Siria solo para ayudar a otra gente.
“No era consciente de que un día iba a recibir esa llamada de alguien diciéndome ‘Lo siento”’, lamentó.
Un portavoz de la familia de Mueller dijo que no tenía razones para no confiar en el relato de Aljani, y la familia cree que la quería y que trató de ayudarla. El vocero habló con AP bajo condición de anonimato porque trabaja con otras familias con rehenes en Oriente Medio y quiere permanecer en el anonimato por razones de seguridad.