“Si la vida te da limones, hazte una limonada”, reza un dicho popular mexicano que queda bien en la historia de Jennifer Hernández, de 18 años, quien frente a la adversidad encontró la motivación para salir adelante en su vida… y seguir hasta lograr cambiar su destino.
La joven hija de padres indocumentados está a punto de ingresar a la carrera de medicina en la Universidad del Sureste de California (USC) gracias a una beca obtenida a pulso por sus excelentes calificaciones y su labor comunitaria. Ella sera la primera en toda su familia en cumplir el sueño de asistir a la Universidad.
Jennifer es la mayor de cinco hermanos que quedaron temporalmente desamparados de madre debido a una detención migratoria.
La madre de Jennifer fue detenida poco después de cruzar un retén de inspección migratoria en la carretera interestatal 10 en la ruta Arizona-California.
A los 16 años, Jennifer fue testigo mudo del arresto porque su madre no tenía papeles migratorios. Las autoridades se llevaron a la madre de Jennifer y a unos tíos que viajaban en el vehículo.
“Fue duro para mi presenciar la detención, fue una experiencia que para una jovencita de 16 puede resultar traumática”, cuenta en una pequeña sala de New Pathways for Youth, una organización que brinda a jóvenes como Jennifer una luz de esperanza al final del túnel.
Jennifer aprendió desde el quinto grado de primaria que para salir adelante en la vida se necesita del apoyo de un guía, un mentor; eso era su madre para ella, y siempre lo será, pero su detención y su consecuente ausencia durante seis meses que estuvo presa al filo de la deportación, la ubicaron en una situación vulnerable.
Con lágrimas recuerda el día en que juntas decidieron asistir a un programa de la Universidad Estatal de Arizona (ASU) denominado “Mother-daugther”, mediante el cual se promueve un vínculo entre madre e hija para formar una base universitaria.
La abrupta detención de su madre dejó a Jennifer a la deriva. Emocionalmente estaba devastada, recuerda.
Ella, como la hermana mayor, sentía el compromiso moral de ver pos sus cuatro hermanos menores, mientras su padre trabajaba de sol a sol en la jardinería para sacar adelante los gastos de la familia.
Por una recomendación de su maestra fue a New Pathways for Youth donde conoció a quien es su mentora y guía, y en cierto sentido quien suplió la ausencia de la madre de Jennifer como consejera y amiga durante el tiempo en que ésta se mantuvo bajo arresto en un centro de detención migratorio.
“Jennifer era una joven muy callada, muy tímida”, recuerda Priscila. En cierto modo, dice, le recordaba a ella misma. “Los mismos problemas, la misma escuela, la situación tan similar me hicieron que me sintiera identificada con ella y al mismo tiempo entender sus necesidades”, agrega.
Fue el apoyo de Priscila Gomez -su mentora- lo que le ayudó a romper con una timidez característica de una joven que se sentía sola contra el mundo.
Paralelamente, la ausencia de su madre, le motivo a romper un molde de seriedad y a buscar ayuda en la comunidad para dar pelea a una situación de injusticia.
Con el apoyo de miembros de la organización Puente Arizona, Jennifer organizó una marcha para pedir por la liberación de su madre, algo que se logró a los dos días posteriores a la movilización ciudadana.
Tomó el micrófono delante de decenas de personas y sin más rompió el silencio de su corazón para confrontar sus inseguridades y miedos para pelear por su derecho a tener una voz. Jennifer encontró en aquel mitin el valor de su propia voz.
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