Un grupo de Dreamers se reunió para celebrar un triunfo más de los estudiantes que desde la semana pasada ya tienen acceso a las universidades estatales de Arizona pagando colegiaturas como residentes del estado.
Germán Cadenas, miembro de la Arizona Dream Act Coalition (ADAC), dijo en conferencia de prensa en el campus del centro de Phoenix de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), que con las decisiones de la Junta de Regentes de las Universidades del estado y con el fallo del juez Arthur Anderson quedó demostrado el poder de la comunidad.
Ambas decisiones le ahorrarán a los estudiantes miles de dólares. En ASU los alumnos pagan como residentes 10 mil 157 dólares anuales, mientras que los extranjeros pagan 24 mil 503 cada año.
Cadenas, estudiante de doctorado de ASU, calificó de histórico lo sucedido la semana pasada.
“Ningún Dreamer debe pasar por lo que yo pasé,” dijo Cadenas, quien llegó a Estados Unidos procedente de Venezuela cuando tenía 15 años en 2002.
La Junta de Regentes de las Universidades del Estado aprobó la mañana del jueves el pago de colegiaturas como residentes para los Dreamers. La decisión de los regentes siguió los pasos de los Colegios Comunitarios de Maricopa, ya que el martes el juez Arthur Anderson aprobó la medida para beneficiar a los estudiantes indocumentados en el estado.
Historia de tenacidad
Como millones de jóvenes, Cadenas llegó al país con ilusiones y la esperanza de tener una mejor vida en el llamado “país de las oportunidades”.
Cuando cursaba el bachillerato, además de estudiar, practicaba varios deportes, realizaba trabajo comunitario y contaba con que pronto llegaría a la universidad.
Pero en 2004 su estatus legal frustró sus sueños de poder continuar sus estudios superiores, y dos años después la Proposición 300 nuevamente echó por el suelo sus planes.
“Finalmente en 2008 conseguí una beca y conocí a los jóvenes de ADAC. Todos en situaciones similares nos dimos cuenta que teníamos que luchar por nuestro futuro”.
Pero los sueños de Germán no fueron solo el poder llegar a la universidad. El joven Dreamer recaudó 25 mil dólares en tres meses para poder dar inicio a sus estudios de doctorado, y ahora, años después ha logrado convertirse en académico en la universidad que alguna vez le cerrara sus puertas.
“Fue un gran esfuerzo que valió la pena. La educación debe ser una aventura agradable y fácil para todos, no solo para unos, y eso espero también poder inculcarle a mis estudiantes”.
Otro ejemplo de tenacidad es el de Carla Chavarría, quien en 2011 ya no pudo continuar sus estudios debido al alto costo de las colegiaturas.
Carla solo pudo cursar un semestre en el Colegio Comunitario de Scottsdale.
Sin embargo, y a pesar de no poder continuar con sus estudios, Carla inició su propia empresa, YCM Marketing, y luego de la decisión del juez Anderson y de la Junta de Regentes de las Universidades, ha decidido continuar su educación y alcanzar sus metas.
“Fue decepcionante tener que dejar la escuela después de tan solo un semestre. Este año cumplí tres con mi propio negocio, y como beneficiaria de DACA he podido abrirme más puertas, y el año próximo se abrirá otra más porque podré continuar con mis estudios”, indicó sonriente Carla.