El Obispo Auxiliar de Phoenix, Eduardo A. Nevares, destaca en una columna su sentir sobre la visita del gobernador de Arizona, Doug Ducey, a la ciudad de México del 17 al 19 de junio para promover el comercio binacional.
A continuación se reproduce íntegra la columna del Obispo Nevares:
El día de hoy recibimos con agrado, entusiasmo y gozo, el anuncio del Gobernador Doug Ducey, con relación a la importancia que tiene la relación entre Arizona y México.
Más allá del reconocimiento fundamental que el intercambio económico reporta para el beneficio mutuo de nuestras sociedades, encontramos positivo que dicho anuncio señala de manera abierta y clara las contribuciones de la población mexicana para beneficio de la sociedad estadounidense de manera general y de Arizona en particular. Los migrantes mexicanos son parte esencial del futuro de la economía de Arizona.
La honestidad con la que el gobernador Ducey acepta el potencial que los jóvenes estudiantes de origen mexicano supone para el desarrollo económico y la prosperidad de toda la comunidad arizonense, es sin duda alguna una herramienta que lo conducirá en los distintos encuentros que sostenga en México.
Recientemente, los obispos de EE.UU se reunieron en Saint Louis, Missouri, para la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos; y entre otros temas se abordo el tema de la inmigración.
Los obispos de Arizona están particularmente interesados en seguir luchando por el bien del inmigrante mexicano en nuestro estado, tanto por sus derechos como su dignidad humana. Ese sentir de los obispos de Arizona ya ha sido expuesto al gobernador Ducey.
Nuestro compromiso es el de insistir en este tema, trabajar por un cambio real, y sostener en oración a católicos y no católicos por una reforma migratoria y un cambio en las leyes. Nuestro pedido al gobernador es y continuara siendo por el bienestar de las familias hispanas, en su mayoría mexicanas; por mantenerlas unidas, con trabajos y hogares dignos. Por eso continuamos trabajando con la legislatura de Arizona y el gobernador Ducey, así como otros líderes en el estado para promover mejores oportunidades para todos los inmigrantes.
Recientemente en Roma, en la Sesión Plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, sobre “La solicitud pastoral de la Iglesia en el contexto de las migraciones forzadas” el Papa Francisco ha dicho:
“La atención de la Iglesia, que es ‘madre’, se manifiesta con especial ternura y cercanía a quien se ve obligado a huir de su país y vive entre la erradicación y la integración. Esta tensión destruye a las personas.
La compasión cristiana – este ‘sufrir con-pasión’ – se expresa ante todo en el compromiso de conocer los eventos que empujan a dejar por fuerza la patria, y donde sea necesario, a dar voz a los que no pueden hacer oír el grito de dolor y de la opresión. En este sentido – ha dicho a los participantes en la asamblea – lleváis a cabo una tarea importante, también a la hora de sensibilizar a las comunidades cristianas hacia tantos hermanos marcados por heridas que jalonan su existencia: la violencia, el abuso de poder, la distancia de la familia, eventos traumáticos, la fuga de sus hogares, la incertidumbre sobre el futuro. Son elementos que deshumanizan y tienen que empujar a cada cristiano y a toda la comunidad a una atención concreta”.
La Iglesia ha adoptado esta postura respecto de la inmigración porque, además de ser una cuestión económica, social y jurídica, es una cuestión humanitaria y, en última instancia, tiene implicaciones morales. La Iglesia siempre ha apoyado el derecho de un estado soberano a proteger sus límites, pero de manera que proteja la vida y la dignidad humana. Todos somos inmigrantes o descendientes de inmigrantes. Los inmigrantes han ayudado a construir esta gran nación; y aportan una energía espiritual que enriquece nuestro culto y nuestra Iglesia.
Confiamos en que nuestro Gobernador mantenga este espíritu en cualquier circunstancia para la tranquilidad en el desempeño de su encargo, así como del beneficio de los que representa.
Suyo en Cristo,
Reverendísimo Eduardo A. Nevares
Obispo Auxiliar de Phoenix