México, DF.- La noche en que escapó del penal federal del Altiplano, Joaquín “El Chapo” Guzmán viajó por tierra al estado de Querétaro, subió a una aeronave y se trasladó a Sinaloa. El último rastro de su paradero fue en un paraje rural de Los Mochis.
Autoridades federales involucradas directamente en la persecución del capo, cuentan ya con varios indicios de la ruta que siguió tras fugarse por un túnel de la que era considerada, hasta el pasado 11 de julio, la cárcel más segura del País.
En su búsqueda, las autoridades mexicanas han recurrido a drones, geolocalización satelital y diversos datos proporcionados por personas que tuvieron contacto visual con el que quizá sea el presunto criminal más buscado en el mundo.
Guzmán estuvo en Sinaloa por lo menos las tres primeras semanas posteriores a su fuga y de eso tuvo conocimiento el Gobierno federal, por lo menos 48 horas después de que escapara por segunda ocasión.
Después del 5 de agosto, cuando la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) dijo que estaba en esa entidad, algo cambió, pues las corporaciones empezaron a recibir reportes de inteligencia que lo ubicaban en otros estados, incluso en Chiapas.
El primer dato clave que tuvieron las corporaciones para seguir la huella de “El Chapo”, vino de uno de sus abogados en la Ciudad de México, a quien le detectaron en uno de sus teléfonos una llamada desde San Juan del Río, Querétaro.
De acuerdo con funcionarios consultados, se tiene la presunción fundada de que tras la fuga, un grupo de incondicionales trasladaron a Guzmán en un vehículo a la localidad de Senegal de las Palomas, en ese Municipio queretano.
En los alrededores de este lugar, esperaba al capo la aeronave que en la madrugada del 12 de julio lo llevaría a Sinaloa.
Una de las autoridades consultadas prefirió no detallar si la unidad aérea utilizó una pista clandestina o particular, o una carretera para su aterrizaje y despegue. Sólo se limitó a decir que el Gobierno empleó unos drones para rastrear el sitio.
El destino del avión fue el puerto de Mazatlán.
En Culiacán, ese domingo una cadena de panaderías que son investigadas por lavado de dinero de la organización de “El Chapo”, regalaron pan desde el medio día.
En Mazatlán, Guzmán sólo estuvo de paso, pues inmediatamente después del aterrizaje, viajó a Guasave. En esta ciudad, de acuerdo con las fuentes consultadas, se cree que permaneció dos días.
El 14 de julio, “El Chapo” se trasladó de Guasave a la Sierra Madre Occidental, donde durante casi una década se mantuvo a salto de mata, ante los recurrentes operativos del Ejército y la Policía Federal.
A partir de ese momento, Guzmán permaneció dos semanas en sitios inhóspitos. Pero hubo algo que lo hizo bajar de la sierra.
“Sabemos con certeza que el 30 de julio él bajó a Los Mochis, a un sitio cercano a una carretera local, lo que no sabemos es a qué bajó, si lo hizo para que le entregaran dinero o para ver a algunos familiares”, dijo un funcionario.
COOPERACIÓN CON EU
Las autoridades mexicanas han compartido con los estadounidenses datos de inteligencia sobre el seguimiento a Guzmán. Pero sólo en Estados Unidos las autoridades han hablado del tema.
El pasado 5 de agosto el jefe interino de la DEA, Chuck Rosenberg, declaró que lo más seguro es que “El Chapo” estuviera en Sinaloa, el lugar donde estaba a salvo.
A raíz de su declaración, cambiaron las señales en los reportes de inteligencia recibidos por las autoridades mexicanas sobre la ubicación del capo.
Una de las referencias que el Gobierno federal considera con seriedad es el de una mujer que informó haber visto a Guzmán, recientemente, en un autobús con destino a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Lo consideraron de valor, por dos aspectos: la señora describió el rostro del evadido con heridas de raspones en una de sus mejillas, las que aparentemente sufrió durante su fuga por el túnel.
El otro dato es que el sinaloense tiene una tía que vive en Chiapas, a la que visitó en 1993, antes de huir a Guatemala, donde sería detenido el 9 de junio de ese año.
En los reportes de los últimos días a las corporaciones ha de todo.
Como el de un psíquico que vive en EU y que informó por escrito a una autoridad mexicana que con sus poderes había ubicado a “El Chapo” en una isla del lago de Pátzcuaro, en Michoacán.
El psíquico envió sus teléfonos, por si al Gobierno Federal se le ofrece una información más precisa.