Especial de Mixed Voces
El pintor Luis Nishizawa Flores (1918-2014), quien falleció ayer en Ciudad de México a los 96 años de edad, se distinguió como uno de los principales paisajistas mexicanos y a través de su obra exaltó las costumbres y tradiciones de la cultura nacional.
A manera de homenaje, Mixed Voces reproduce un artículo enviado por la escritora mexicana Marina Azuela, quien tuvo el honor de entrevistar a este gran artista del pincel.
Marina Azuela, biógrafa y poeta mexicana, ha publicado bajo el sello de la Feria del libro del GDF “Hasta lo hondo”, “Memoria y Olvido” al alimón con David Carrillo y “Zonas de Penumbra”, ilustrada por Alejandro Aranda. Su obra ha sido impresa en El Financiero, Plural, El Sol de México, el Universal, entre otros. Se presenta con el espectáculo Ocho Mujeres (música y biografía) en teatros, parques y Casas de Cultura en Ciudad de México y en el interior de la República contratada por Conaculta. Invitada por el Comité Organizador del Salón del Libro Iberoamericano de Huelva, España, en noviembre de 2008, Azuela presentó su libro de poesía “Hasta lo Hondo” y fue galardonada con la presea Carabela de Colón.
El retrato de Nishizawa fue elaborado por otro gran artista mexicano, el maestro David Carrillo González, Premio Nacional de Periodismo, Presidente y Socio Fundador de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas y del Museo de la Caricatura (una de las Salas del Museo de la Caricatura lleva su nombre).
Autor de la obra “Fraternidad Continental” que fue obsequiada por el gobierno de México y la Legión Panamericana al entonces presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt,.
Ha publicado seis libros: “Monos Monitos Y Monotes”. “Recordar Es Reír” I- II- III. “Historia En Caricatura- David Carrillo – 50 Años”.
Su obra ha sido difundida en la mayoría de los periódicos de México y diversas publicaciones como Revista de Revistas, el Diario México City Herald, Excélsior, El ABC, El Heraldo, El Universal, Novedades, El Sol de México y otros.
Mi conversación con Luis Nishizawa
“Como en Orozco y Goitia, su pintura nace del hallazgo poético, del entusiasmo y del delirio que al llegar a la tela, se transforman en borbotones de luz”.
Por Marina Azuela
Entrar a la pintura de Nishizawa es oír los pasos de la luz. Jugar por los corredores en donde el color nos hace el amor. Insomne el silencio vaga en el oleaje del pincel y una música que se desprende de las vibraciones de la tela sube como espiral solar.
Se puede entrar por un libro o por el Museo Taller Nishizawa que se encuentra en Toluca, a un costado de la Catedral. Por el museo transitan frecuencias muy altas, por ello es muy recomendable entrar por esta puerta. Don Luis va todos los sábados a dar clases gratuitas desde hace muchos años, juega con niños y brinda apoyo artístico a los Juderos de la región que iluminan el cielo.
Hay un vértigo en calma. Una serenidad que se pasea. El espacio se parece a él. Estamos frente a un hombre cuya presencia nos infunde un ancestral prodigio: Paz. La paz recorre el laberinto interior de su obra que desemboca en la orilla de la ternura. Aquí el hombre y la obra comulgan en un sólo ser. Como en Orozco y Goitia, su pintura nace del hallazgo poético, del entusiasmo y del delirio que al llegar a la tela, se transforman en borbotones de luz. Aquí no hay distancia entre el hombre y el artista. Una sola voz se mezcla en la paleta.
Luis Nishizawa nació en Cuauhtilán, Estado de México en el año de 1918. Su padre según nos cuenta Margarita García Luna Ortega, directora del museo, fue un comerciante japonés que llegó a México y al pasar por la Hacienda de San Mateo se encontró con el amor. Cambia su vida entera y se convierte en el jardinero de la hacienda. Así nace Luis entre los bosques y trabaja como pastor.
Heredero de la disciplina samurai del padre y la sensibilidad de la madre, para don Luis, el artista evoluciona únicamente buscando. Es una necesidad primigenia. En esta época ya no existen vanguardias. “Hasta hace algunos años, asegura el pintor, el ser realista era “malo”, en cambio, al ser abstracto uno estaba actuando correctamente. Actualmente, lo que cuenta es que las obras tengan un valor plástico”.
Premiado por el gobierno de Japón con la condecoración “Tesoro Sagrado del Dragón”, Doctor Honoris Causa por la UNAM, Premio Nacional de Ciencias y Artes, entre múltiples premios, Luis Nishizawa ha sido maestro en el arte del grabado y en el estilo Sumi–Ye (Sumi, tinta china y Yé, pintura). Su dibujo es lo que cautiva a grado tal, que es considerado como la síntesis de la pintura mexicana del siglo XX.
¿A qué aspira su pintura?
Anhelo un sentido poético, mediante el color y las formas. Aspiro a provocar en la gente un deseo de libertad, de amor y de comunión con mi obra, porque yo al pintar trato de que la gente me complete.
¿Cómo es el hombre que lleva dentro?
Como cualquiera, lleno de tristezas y de sueños.
¿Qué sería de no ser pintor?
Músico, compositor. Estudié años música, pero cuando descubrí la pintura, me prometí a mí mismo que si lograba entrar a la UNAM, sacrificaría todo por ella y como fui aprobado en San Carlos, lo cumplí.
¿El sistema político con el cual simpatiza?
Soy apolítico. De los partidos políticos en México considero que lo único que persiguen es el poder.
¿El momento más triste de su vida?
El día en que murió mi madre.
¿Y el más afortunado?
El día que nació mi primera hija.
¿Su más grande amor?
Lo estoy esperando.
¿De qué color es usted?
Amarillo, el color de los locos. Su influencia me provoca un estado de ánimo que abarca todo. Van Gogh era amarillo también. En toda obra hay sueño.
¿Qué es lo que importa?
Lo que va a ocurrir, no lo que pasó.
¿Sus pintores favoritos?
Orozco y Velasco. José María Velasco me inunda de placer.
¿Qué consejo le da a los jóvenes pintores?
Que trabajen mucho. Yo pinto 8 horas diarias, desde que me levanto comienzo a trabajar, esto es a las 8 de la mañana, a las 4 descanso y vuelvo a las 5 de la tarde hasta que me agoto.
¿Qué reverencia?
A mis antepasados japoneses y mexicanos, solamente.
¿Qué es el alma?
Una idea a la que uno se abraza. Después de esta vida existe otra, la cual depende de lo que hagamos en ésta. El artista cree que nunca va a morir. Cree en la inmortalidad.
Gracias maestro, su presencia es la de un río intemporal que nos invita a bañarnos de luminosidad. Una lluvia de sueños; de roca esculpida nace su pincel que nos deja en ese estado inerme de asombro colmado. Porque su pintura se parece al ritmo de las hojas silentes de un laurel.