El corrido: la crónica revolucionaria

La labor de los corridistas de la Revolución era semejante a la de los trovadores de la Edad Media

Los corridos revolucionarios informaban acerca de los hechos que acontecían en todo México. Foto: Notimex

Los corridos revolucionarios informaban acerca de los hechos que acontecían en todo México. Foto: Notimex

Monterrey, NL.- La atención de la muchedumbre congregada en la plaza de un pueblo de principios del siglo 20 se enfoca en unos cuantos músicos, quienes con guitarra y acordeón se dedican no a entretener, sino a informar, al son del clásico verso “Voy a cantar el corrido…”.

A 104 años de la Revolución Mexicana, el corrido brilla con luz propia como medio informativo y musical que sirvió tanto para glorificar como para incomodar a los grandes protagonistas de esta justa.

La otra noticia

El corrido revolucionario, sugiere Nicolás Kanellos, especialista en literatura hispánica de la frontera, no sólo informa a quienes no tienen acceso a medios impresos, sino también a quienes no confían en ellos.

“No confían en el periódico, en las noticias oficiales, y la información que se comparte en el corrido es una información que no se encuentra en algún medio oficial”, expresa el catedrático de la Universidad de Houston.

Al tener un mismo origen y condición económica que su público, el corridista, añade el experto, se ganaba la confianza de quien lo escuchaba, ya que el mensajero representa sus opiniones y preocupaciones.

“La actitud del corridista es importante, porque muchas veces es satírica, amenazante, jocosa, y es el pueblo dando a conocer sus opiniones y actitudes, las cuales no suelen aparecer en los medios oficiales”.

Sin embargo, los corridos, afirma la especialista en música norestense Luisa Fernanda Patrón, siempre respondían a los intereses de quien encargaba su composición.

Incluso, agrega, algunas de las canciones revolucionarias más populares, como “La Cucaracha”, se alteraban para enaltecer o atacar a distintos personajes.

“Hay muchísimas versiones de ‘La Cucaracha’, y las hay a favor y en contra de casi todos los revolucionarios”, comenta.

Juglares modernos

Aunque realizada con instrumentos y estilos musicales distintos, la labor de los corridistas de la Revolución no era muy distinta a la de los trovadores de la Edad Media.

Al pasar el tiempo, el pueblo sólo recordaba los fragmentos de sus episodios favoritos, lo que dio pie al género del romance, ancestro directo del corrido, señala Nicolás Kanellos, autor de En otra voz: Antología de literatura Hispana en Estados Unidos.

“Los romances vinieron a América transmitidos oralmente, y quedan muchos fragmentos o inclusive romances enteros desde Arizona y California hasta Tierra del Fuego”, comenta el doctor en lengua española y portuguesa por la Universidad de Texas.

Durante los siglos 18 y 19 en México, añade, el romance, con su formato de coplas de 16 sílabas, se transformó en el corrido mexicano moderno, conocido por su estructura de estrofas de cuatro versos octosílabos.

Además de cantar sus composiciones, los corridistas vendían boletines de hojas sueltas con las letras de uno o más de sus corridos, comparte el investigador musical José Garza.

“Estos juglares modernos trabajaban con la memoria y se mantenían vendiendo las hojas sueltas, desde un centavo hasta 20 ó 25 según el tamaño y la cantidad de piezas que vinieran”.

Género literario

El corrido no es un estilo musical, sino un género literario poético, por lo que se ha interpretado de muchas maneras, señala José Garza, investigador y músico de Grupo Tayer.

“La gente traía lo que podía cargar”, detalla, “abundan armónicas, acordeones chiquitos de una o dos hileras, flautas, clarinetes, arpas chicas, violines y guitarras de todo tipo, o incluso podían cantar a capella”.

Asimismo, señala el experto en música norestense, existen corridos presentados en ritmo de huapango, polka, redova y vals, entre otros.

Uno de los revolucionarios más melómanos, comenta Luisa Fernanda Patrón, también integrante de Grupo Tayer, era Pancho Villa, quien llegó a tener hasta mil músicos bajo su mando.

“Cuando le ganaba al bando contrario, lo primero que decía era ‘a ver, los músicos, sepárenmelos'”, comparte, “entonces en cada campaña siempre había músicos de todos los géneros, desde bandas hasta grupos de arpa, violín y vihuela”.

A fin de cuentas, señala Garza, en la época, como en la actualidad, la mejor manera de volverse inmortal era a través de una canción.

“‘Si no regreso, háganme un corrido’ es parte del chiste norteño”, destaca entre risas.